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lunes, 16 de junio de 2014

Cómo saber si mi pareja es posesiva


Las personas posesivas presentan una clara desconfianza y obsesión hacia su pareja, necesitan controlarla en todo momento. Normalmente, detrás de la máscara de dominante, controladora y posesiva se esconde una persona insegura y con una autoestima muy baja, incapaz de amarse y amar a su pareja de forma sana. Pues, alguien seguro de sí mismo, creerá en la persona que tiene a su lado y no tendrá la necesidad de controlarla. Las personas posesivas, resultan tóxicas para las parejas que pretenden dominar, pues acaban convirtiendo la relación en un círculo vicioso emocionalmente agotador. 


1. Uno de los primeros signos que nos indican que nuestra pareja es posesiva son los celos obsesivos. ¿Tu novio/a se pone celoso/a cuando quedas con tus amigas? ¿Quiere que dediques todo tu tiempo a estar con él y solo con él? ¿Incluso te está alejando de tu familia? Los hombresy mujeres posesivos sienten celos de todo aquello que rodea a su pareja y ellos no están incluídos. Normalmente este proceso es progresivo, por lo que no se mostrará excesivamente celoso al principio, irá poco a poco.

2.  Otra de las señales que pueden indicarnos que nuestra pareja es posesiva es la actitud controladora. Los hombres y mujeres posesivos tienen la necesidad de tener controlada a su pareja en todo momento. Necesitan saber a dónde van, con quién han quedado, cuándo volverán, qué llevarán puesto, por qué van a ese sitio en lugar de quedarse con ellos, etc. Las personas posesivas tienden a molestarse cuando sus parejas realizan planes con amigas/os en los que ellas no están incluídas, hecho que les puede llevar a detestar a las amistades del otro.


3.  Dentro de la actitud controladora no solo se hallan las constantes preguntas para conocer cada detalle, sino que también se incluye la falta de respeto por la intimidad del otro. Así, las personas posesivas tienden a revisar constantemente los teléfonos móviles de su pareja, redes sociales si las tienen, mensajes, fotografías, etc., en busca de algún indicio que les indique si han sido engañados o no, y conocer cada uno de sus movimientos. Incluso, si se encuentra en un grado de posesión alto, puede ser que te prohíba registrarte en las redes sociales para evitar que hables con otras personas.


4.  Tener a una persona posesiva como pareja puede implicar cambiar tus aficiones y alejarte de las personas que te rodean, pues te querrá para ella sola. Normalmente, derivan en relaciones conflictivas si la otra persona es de carácter fuerte o sumisas si tiende a dejarse manejar. En todos los casos, resultan tóxicas y muy alejadas de una relación de pareja sana y feliz.


5.  Es probable que intente introducirte en su círculo de amigos y familiares hasta el punto de convertirlo en tu único entorno social, a fin de tenerte totalmente controlada/o y asegurarse de que dedicas todo tu tiempo libre a él/ella.


6.  No obstante, estos no son los únicos signos que pueden presentar los hombres y mujeres posesivos. Es posible que intente cambiar algunos aspectos de tu personalidad e incluso la forma de vestirte, peinarte o maquillarte. Si te fijas, todo está relacionado. Quiere que te adaptes a él/ella y te dediques plenamente a vuestra relación. Si quieres prevenir que todo esto suceda, te aconsejamos que mires nuestro artículo sobre cómo saber si un hombre te conviene y puedas evitar involucrarte en una relación tóxica.


7.  Si tu pareja te ha agredido física o verbalmente estamos hablando de un problema de mayor gravedad y debes pedir ayuda inmediatamente. Tener una pareja posesiva y sufrir de abuso físico o psicológico son cosas distintas. Aunque la línea entre un hombre o mujer de carácter posesivo y otro/a maltratador/a es muy fina, no tiene por qué pasarse. En el momento en el que esto ocurra, deja de pensar que puede cambiar y huye, mereces a alguien que te valore y te quiera tal y como eres.


8.  Según los expertos, las personas posesivas generan este sentimiento como consecuencia de una dependencia emocional aguda que les produce miedo ante la posibilidad de perder al otro, y les lleva a querer poseerlo para evitar que esto ocurra. Necesitan ayuda profesional para tratarlo y controlarlo.



miércoles, 26 de marzo de 2014

AMOR O ADICCIÓN

 
¿Qué es el noviazgo? El noviazgo es una relación transitoria entre un hombre y una mujer que tienden al matrimonio. Es la relación entre dos enamorados que desean conocerse mejor para ver si llegan a casarse.



El noviazgo y el enamoramiento.- El noviazgo es una etapa muy bonita de la vida con la característica principal del enamoramiento, que incluye varias actitudes.
  • Pensamiento frecuente en la persona amada, que se presenta idealizada y maravillosa.
  • Deseo de verse, de conversar, de reunirse. Deseo de agradar a quien se ama.
  • Planificación intensa para conseguir los proyectos anteriores (agradar, encontrarse...), con ligero descuido de otros deberes.
  • Sentimientos y emociones intensos ante la presencia real o imaginada del amado.
  • Deseo de servir y buscar el bien del amado. Esto es lo característico del auténtico amor, mientras que los puntos anteriores son algo inestables y propios del amor-sentimiento (que también es correcto).

Es sorprendente que los seres humanos a veces llamemos amor a las emociones y conductas más extrañas y desviadas. Algunas personas confunden el amor con la posesividad más destructiva, y otras se sienten enamoradas de personajes egocéntricos que les reportan casi puros sufrimientos y malos tratos.

Cientos de veces tratan de arrancarse de ellos, para volver otras tantas a buscarlos ansiándolos. Todos tenemos vergüenzas e incoherencias que ocultar en nuestra vida amorosa. El problema surge cuando no son actos esporádicos, sino hábitos permanentes. Si compulsivamente damos todo por el otro, incluso la propia cordura, y creemos que esta penosa autodestrucción es un acto amoroso, ha llegado el momento de preguntarse: ¿es amor o es adicción?




La intensidad de la adicción en el amor suele estar en directa proporción a la profundidad de necesidades afectivas básicas mal resueltas en la infancia.
Al igual que en las adicciones al alcohol o a las drogas, la dependencia llevada al extremo de ceder el control de la propia vida a algo o alguien fuera de uno mismo, está basada en algún tipo de miedo. Miedo a sufrir, al fracaso, a la soledad, a la rabia, a la culpa, a decepcionar o a morirse.
Los amantes se apegan uno al otro, cegados por la ilusión de que la relación amorosa de alguna manera arregla sus miedos.

Llamamos relaciones adictivas a aquéllas que son laberintos sin salida o historias que sólo pueden terminar mal. O a aquéllos insistentes apegos a personas inalcanzables e incapaces de comprometerse, o que ya están comprometidos. O a relaciones que carecen de lo que uno o ambos miembros de la pareja necesitan: amor, ternura, sexualidad, honestidad, apoyo emocional. Y, en los casos más extremos, a relaciones que son campos de batalla donde la rabia y el abuso predominan.

En las relaciones adictivas, el te necesito, propio de todo vínculo amoroso, se convierte en demanda obsesiva o en pánico permanente frente a una posible pérdida. Si, por agotamiento, se dan pasos para terminar ese dañino lazo, los amantes sufren agudos síntomas de privación. Al igual que en las adicciones a sustancias químicas, se observan síntomas síquicos angustia, insomnio, desesperación y físicos: opresión en el pecho, sudoración, mareos, jaquecas, que sólo se alivian cuando se restablece el contacto con el ser amado.

Permanecer en relaciones destructivas puede ser dañino para la salud. Sin embargo, no todo es tan negro y sombrío. Terminar una relación amorosa enfermiza es difícil pero no imposible. Algunos lo logran por sí mismos, otros requieren de ayuda. Lo importante es que usted se dé cuenta de que quién le quita su autoestima no va ser el que se la devuelva. Al contrario, en cada intento por restituir la dignidad perdida, quedará más dolido y devaluado.

No gaste más tiempo ni energía. Atrévase, pierda el miedo. No sólo va a sobrevivir, sino que experimentará un intenso alivio. Se lo aseguro. Porque eso no es amor: es adicción.