jueves, 8 de mayo de 2014

TEMBLOR (Stress post-traumatico)

Existen muchos desastres que producen el efecto denominado stress post-traumático. Terremotos, inundaciones, accidentes y otros hechos sorpresivos y violentos suelen dejar serias secuelas en las personas.
Poco después del acontecimiento traumático aparece una sensibilidad disminuida para responder ante el mundo exterior. Se habla de anestesia síquica, o anestesia emocional. El individuo se siente extraño, separado de los demás, e incluso a veces pierde interés por la intimidad, la ternura y la sexualidad. Hay desánimo.

También se revive orgánicamente el problema, presentando síntomas como taquicardia, respiración rápida y corta, sudoración, vértigos, opresión en el pecho, sensación de “piernas de lana”.

Muchas personas desarrollan un estado de hiperalerta. En constante tensión, están listas para escapar en cualquier momento. Simultáneamente, muestran alteraciones del sueño, despiertan en la noche y les cuesta mucho volver a conciliar el sueño, si es que lo consiguen.

Algunos se quejan de que les falla la memoria y que tienen dificultades para concentrarse o completar las tareas.

Se asocian a este stress post-traumático otros síntomas de depresión o de ansiedad, que en ocasiones pueden aparecer como verdaderos ataques de pánico, desencadenados ante cualquier estímulo.

Como está muy activado el sistema autonómico, y la persona tiene poco control sobre sus emociones, existe una irritabilidad aumentada que puede determinan explosiones de agresividad; ante la más mínima provocación, o incluso sin ella.

Los síntomas de este trastorno pueden ser de tres tipos:

Re vivir continuamente el terremoto: ya sea por flashbacks, recuerdos angustiantes, pesadillas, reacciones físicas fuertes y molestas cada vez que ocurre un temblor o la persona cree que va a ocurrir uno, lo cual perjudica las actividades diarias de la persona.
Evasión: “Insensibilidad” emocional, sentir como si nada importara, no poder recordar cosas o hechos importantes en relación al terremoto, falta de interés o desgano en actividades que antes eran de importantes para la persona, desconexión con los sentimientos, evitar lugares o pensamientos que le recuerden el terremoto, sensación de tener un futuro incierto o impredecible, pensar que “puede pasar cualquier cosa en cualquier momento”.

Excitación:dificultad para concentrarse, la persona se sobresalta fácilmente, reacciona exageradamente frente a todo lo que parezca un temblor, se siente irritable o tiene ataques de ira. Tener problemas para dormir, ya sea para quedarse dormido o despertar varias veces en la noche.
Psicológicamente se sabe que un estímulo provoca un proceso mental, y éste proceso mental provoca un comportamiento.
Si el estímulo es intenso – terremoto-, y otros estímulos aunque menores – réplicas- nos recuerdan al intenso, aprenderemos a mantenernos en alerta constante. Este estado mental de alerta causa estrés, agotamiento, ansiedad, e incluso angustia y depresión, junto a otros fenómenos como aprender que uno no puede defenderse o evitar el estímulo - Indefensión Aprendida.

Sin embargo, si aprendemos que las réplicas no predicen un terremoto, las réplicas cada vez serán de menor preocupación para nosotros, y podremos estar tranquilos sólo con seguir las instrucciones de seguridad.

También se sabe que la mente se habitúa. Si estamos en un estado de alerta, la mente se habituará y en cierto tiempo dejaremos de prestarle atención – disminuirán los efectos negativos.

Si en cambio nos habituamos a las réplicas sabiendo porqué existen, podremos sentirnos mejor en aún menos tiempo, y esto se logra razonando y aceptando. Para lograrlo hay que escuchar a los expertos en sismos, y dejar de pretender evitarlas o de negarlas. Son, están, y hay que permitirse sentirlas. Aceptar es permitirse sentir sin intentar negar o escapar de la sensación, y es la única forma saludable de habituarse a cualquier cosa, sea la que sea. En efecto, al permitirse sentirlas uno automáticamente se permite no preocuparse.



La diferencia está en la calidad de la salud mental y en la eficiencia de nuestra recuperación.

Si debemos enfrentar situaciones difíciles, debemos primero tratar de estar bien nosotros para así poder ayudar mejor a los demás.

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