lunes, 7 de julio de 2014

Falta de deseo sexual: por qué ellas le huyen a la intimidad




 La libido femenina es frágil ante los cambios y ante diferentes circunstancias y es por eso que muchas mujeres buscan ayuda en momentos puntuales de su vida. Un estudio al respecto realizado por la Universidad de California reveló que las mujeres envejecen mejor y alargan su vida si tienen una vida sexual activa y satisfactoria. También los psicólogos, sexólogos y profesionales de lasalud aseguran que los beneficios de una vida sexualactiva son innumerables (entre otros, está el control del peso). El disfrute sexual en la mujer ayuda a dormir mejor y a luchar contra el estrés. 
Hay mujeres que cuándo baja su libido, el sexo simplemente deja de existir. No lo echan de menos, sin embargo, psicológicamente sí lo están necesitando y si tienen pareja, esa falta de deseo sexual y la falta de caricias y de actividad íntima los va alejando. Es entonces, cuando la mujer suele tomar cartas en el asunto, buscando soluciones para elevar sulibido y volver a ser como era. La buena noticia es que generalmente, la libido vuelve, aunque a veces haya que tomar algún suplemento (potenciador sexual femenino), que los hay muy efectivos hoy en día.

¿Qué influye en la pérdida de la libido femenina?

Los factores que influyen en el apetito sexual femenino son muchos. Vamos a enumerar algunos de dichos factores:

Sobrepeso

Las células grasas cambian el equilibrio de las hormonas sexuales del cuerpo de la mujer. Aunque el sobrepeso no sea un factor determinante y lo podemos ver en muchas mujeres que a pesar de tener sobrepeso, tienen una vida sexual satisfactoria. El exceso de peso afecta principalmente cuando se ve mermada la autoestima. Si una mujer no está conforme consigo misma, negativiza el concepto que tienen de su cuerpo y eso se refleja en su libido.

Estilos de vida poco saludables

Ejercicio y estar en buena forma física y mental son una de las mejores fórmulas para tener la libido en buenas condiciones y por ende, una vida sexualPotenciadores sexuales plena. Lo mismo ocurre con las personas que no fuman, que no beben y que se sienten saludables.

Anticonceptivos

Los anticonceptivos afectan al deseo sexual de las mujeres por una ingesta de'antibabies' se desequilibra el sistema hormonal natural del cuerpo. Hay que tomar en cuenta que los anticonceptivos producen tipos de hormonas que limitan a otras y las vuelve ‘inactivas’ con el fin de que no se llegue a buen término con el ciclo de la procreación. Eso hace que muchas mujeres literalmente se ‘apaguen’ en su libido.

Cansancio físico, falta de sueño o fatiga

El cansancio físico afecta en todo aspecto de la vida, incluso en las relaciones sociales y sexuales. Prueba de ello, es que la mayor parte de las relaciones sexuales de una pareja, se producen en fines de semana, cuándo las ocupaciones diarias no les están abrumando. Ocurre lo mismo cuándo hay insomnio, cuándo hay falta de ocio, o hay alguna enfermedad que limita las energías.

Deseo sexual femeninoDar a luz un bebé

Las mujeres que acaban de tener un hijo generalmentepierden la libido. La prolactina hace que el deseo sexual baje. La prolactina es la hormona que se produce durante el período de lactancia. La vida sexual de una mujer que ha dado a luz se ve apagada debido a los cambios hormonales, la falta de sueño y también, porque la pareja suele distanciarse debido a las mismas tareas que representa cuidar del bebé.

Ingesta de medicamentos

Hay medicamentos que afectan directamente a la libido. Algunos de estos son los antidepresivos. Este tipo de drogas activan un neurotransmisor que se llama serotonina, el cual inhibe el deseo sexual (tanto en hombres, como en mujeres). Estos medicamentos son bastante efectivos en tratar la eyaculación precoz. Otros medicamentos que bajan la libido son los que algunas drogas narcóticas e incluso algunas que son ilegales (como la cocaína), etc.

Problemas personales en la pareja

La falta de confianza, los celos, la falta de comunicación, pueden afectar la libido. Cualquier debilidad psicológica en la pareja puede verse reflejado en el deseo sexual femenino, ya que lalibido de la mujer es mucho más susceptible a los factores psicológicos, que la libido masculina.
La situación emocional es un círculo vicioso que se cierra en la cama. Si no se está a gusto, seguramente baja el interés de una de las dos partes, afectando necesariamente al otro. Si no hay ganas, no hay ternura, si no hay ternura, hay alejamiento, si hay alejamiento, no hay apetito sexual.

Dolores crónicos

“Me duele la cabeza”, “tengo jaqueca” “tengo un terrible dolor de espaldas”… esto no siempre son excusas para no estar dispuesta. Generalmente esFalta de deseo sexual verdad y muchas veces, aun teniendo dolores, se tienen ganas, pero ni el deseo, ni las respuestas sexuales tienen la misma intensidad. El mismo dolor llega a ser una fuente de distracción, acabando con el deseo.

Estrés y cambios importantes

Cambios de la vida como perder el trabajo, tener un hijo, cambiarse de casa o de ciudad, trabajos estresantes o eventos emocionantes, pueden hacer que se pierda la libido. El interés sexual también puede ser sustituido por una gran ilusión o un plan vehemente. El estrés en general quizás genere alguno de los problemas que hemos mencionado anteriormente: falta de sueño, desconcentración, ganar peso, empezar a fumar, etc. Factores todos que afectan a la libido.




sábado, 5 de julio de 2014

Agorafobia


El miedo a salir de casa es uno de los síntomas de los altos niveles de ansiedad, también conocido como agorafobia.  La agorafobia se presenta cuando tienes ataques de pánico, y por lo mismo, se genera el miedo a estar fuera de casa. Aquí te presento algunas ideas para ir disminuyendo.


La agorafobia normalmente va en incremento, empieza como una pequeña idea de que cuando sales te sientes mal y poco a poco, mientras más lo vas evitando, más miedo te va dando y menos vas saliendo de casa, reforzando cada vez más la creencia equivocada de que estar en casa es seguro y salir es peligroso.

El ciclo vicioso consta básicamente de lo siguiente:
Salgo de casa, me siento mal, llegan síntomas extraños, regreso a casa pensando ¿qué me pasó?, llego a la conclusión de que me sentí mal por estar fuera y que en casa me siento bien, la próxima vez que salgo lo hago con cierto temor y con ideas anticipatorias de “ojalá no me sienta mal otra vez”, como ya vas nervioso, sales y te empiezas a sentir mal otra vez, reforzando la creencia de que salir es peligroso.

Regresas a casa y la evitación a salir aumenta, aumentando tu nervio la próxima vez que tienes que salir y aumentando los síntomas extraños cuando sales.

Al hacer esto, dejas de hacer las actividades que realizas, te alejas de las personas que te traen al presente, y aumenta la obsesión sobre la idea y sobre tu ansiedad, haciendo que baje tu motivación, empieces a deprimirte y refuerces la creencia de que no puedes y no debes salir de casa.
De esta forma, es un ciclo vicioso en aumento, y todo empezó por creer que estar fuera era la causante de que te sintieras mal.

El cerebro tiene un pegamento interno
Esto significa que cuando saliste de casa aquella vez y te sentiste mal, con síntomas extraños como el mareo, sudoración y taquicardia, tu cerebro sacó un pritt y pegó la circunstancia o lugar en donde estabas junto con ese episodio tan horrible.  Entonces, si te pasó en la calle, llegó a la conclusión de que salir te genera ansiedad, y que lo mejor será evitarlo.
Llegas a la conclusión equivocada de que estar fuera de tu casa es la causa principal de sentirte mal, y esto no es verdad, tan sólo fue que al salir se te activó mucho más tu sistema de alerta y de alarma y tu cuerpo ya no pudo soportar más estar así, pero eso te puede suceder en cualquier situación en la que te sientas en riesgo.
De la misma forma te puede pasar que si la primera vez que te dio un ataque de pánico fue un día que comiste palomitas, llegas a la conclusión de que las palomitas te caen mal.
La otra conclusión equivocada que la mayoría de las personas con ansiedad llegan, es que la noche les genera ansiedad, pues es ahí cuando peor se sienten, pero no es por la noche, es por lo que la noche les hace sentir.
La noche, la calle, los demás, la comida… todo eso es inofensivo, lo que te genera ansiedad es cómo estás interpretando todo eso.


Crees que estar sólo es peligroso
Como realmente crees que si te da un episodio de ansiedad o ataque de pánico estás en peligro, y que realmente te puede dar un ataque al corazón o puedes perder el control de la situación, entonces prefieres estar siempre acompañado.
Te da miedo estar sólo porque piensas “¿y si me pasa algo?”.  Por eso evitas salir de casa sólo, pues crees que se aumenta el peligro. Sólo, rodeado de gente extraña, expuesto a los peligros de la ciudad… seguro me voy a sentir mal o algo malo me pasará.

Necesitas regresar a tu cueva segura
Como la ansiedad es el extremo de sentirte inseguro y en riesgo, es casi instintivo que quieras regresar a la panza de tu mamá, o a la protección de la cueva de tu papá.  Quieres regresar emocionalmente a ese lugar donde no existían preocupaciones y te sentías cuidado por tu papá o tu mamá.
Salir a la calle tu sólo es la expresión máxima de libertad y autonomía, y el que no quieras hacerlo, significa que estás queriendo sentirte seguro y protegido por tu cueva materna.  Si pudieras, regresarías a su panza y te instalarías ahí, estaría rico ¿cierto?

Las noticas no ayudan
Además de que internamente te sientes en peligro y en riesgo, las noticias y la violencia en la sociedad no ayudan.  El problema es que las noticias no son realmente noticias, son un filtro de todas las cosas que suceden en el día, y ese filtro nada más te muestra lo preocupante o negativo.
Al ver una realidad externa de gente en peligro y sufriendo, llegas a la conclusión de nuevo equivocada, de que eso te puede suceder a ti, y que por eso mejor no hay que salir.  Es como si todos los delincuentes estuvieran enfocados nada más en ti, y como si estuvieras rodeado de gente con malas intenciones, cuando la realidad es al revés, ellos son los menos, y tu estás rodeado de muchas personas más.



viernes, 4 de julio de 2014

PADRES TÓXICOS, ¿TE CUESTA FELICITAR A TU PADRE?

Son muchas las personas que sufren tras haber vivido toda su infancia y juventud buscando a un padre del que no llegó a disfrutar porque le abandonó antes de su nacimiento.
Son muchas las personas que sufren porque su padre le maltrataba insultándole, pegándole, haciendole chantaje emocional, manipulándole para conseguir que hiciese lo que él deseaba.
Son muchas las personas que sufren por la frialdad de los gestos percibidos en sus padres, por esa contínua falta de atención que, en realidad es una señal de falta de amor, y se intenta camuflar bajo la excusa del trabajo, de la necesidad de traer dinero a casa para mantener la familia.

Los padres tóxicos, así llamados por la psicóloga estadounidense Susan Forward, existen, aunque nos pese; aunque nos parezca totalmente increíble y contranatura, hay padres egoistas, narcisistas, que sólo piensan en ellos mismos, que incluso envidian los logros de sus propios hijos e intentan ningunearles, rebajarles, humillarles minimizando sus éxitos, con tal de quedar ellos siempre por encima.

Hay padres que abusan psicológica y sexualmente de sus hijos e hijas, que los utilizan sólo para alcanzar sus fines.

Hay padres que machacan a sus hijos imponiéndoles un ritmo de estudio que ellos no desean o para el que no están preparados o capacitados. Anteponen la satisfacción de su necesidad de sentirse superiores a los demás a través de la proyección exitosa de sus hijos. Necesitan que el hijo o la hija triunfen para sentirse ellos ganadores. Tienen que ser números uno en la escuela, en el fútbol, en la universidad. Tienen que ser mejores que sus primos, que sus amigos, que sus compañeros de clase.


Hay padres que destrozan la vida a sus hijos y a los que, sin embargo, sus descendientes adoran. ¿Cómo es posible?
Es tanta la necesidad de amor que uno prefiere tener un mal padre a no tenerlo, es tanta la necesidad de aceptación y reconocimiento que uno vuelve al hogar una y otra vez, con 30, con 40, con 50 años con el anhelo de encontrar al fin a ese padre que nunca tuvo.


En la consulta, cuando trabajo, me encuentro ante personas incapaces de hablar mal de sus progenitores. Ante mis preguntas acerca del entorno familiar y de las relaciones existentes, las respuestas iniciales surgen rápidas, escuetas y contundentes: no hay ningún problema, todo bien. Pero, tras unas cuantas sesiones de terapia, el nivel de censura desciende, aumenta la confianza, el cliente se relaja y la verdad o su verdad comienza a aflorar. Las lágrimas no se hacen esperar, es duro extraer los recuerdos, las experiencias de dolor, la frustración ante la imposibilidad de concebir o comprender que un padre trate así a su hijo, incluso la rabia, es difícil exteriorizar la rabia contra una figura que se supone debe ser encarnada en una persona que te ama y cuyo principal objetivo en la vida es cuidar a sus descendientes.

Por supuesto, surgen también los sentimientos de culpa: ¿Cómo es posible hablar mal de tu padre a un extraño, sin sentirte mal?
Uno no se siente con el derecho a sentir odio hacia la figura paterna, prefiere dirigirlo contra sí mismo, apareciendo así las consecuencias de esta vuelta contra uno: depresión, crisis de angustia, obsesiones, autolesiones, ideas o  intentos de suicidio.


Es cierto, que los padres arrastran su propio dolor, sus historias de vida, seguramente nada fáciles. Podríamos asegurar antes de escuchar el relato de nuestro cliente que su padre fue un niño maltratado física o psicológicamente que vivió asustado, sumiso, obedeciendo con temor (no con respeto) todas las demandas paternas. Las historias se repiten. El ser humano aprende por modelado, hacemos lo que vemos, realizamos conductas, utilizamos expresiones que escuchamos por vez primera a nuestros padres. Es por ello, que aunque, a veces, como padres intentemos rebelarnos contra esa forma de comportarnos, aunque deseemos hacerlo mejor con nuestros hijos, de una forma más sana y constructiva de la que lo hicieron nuestros padres con nosotros, repitamos conductas inapropiadas, dañinas hacia esos niños que hemos traído al mundo con tanto amor.



Hoy, quizás no desees felicitar a tu padre, no te culpes por ello. Respeta tu necesidad de poner distancia física o emocional con tus progenitores. Quizás, un día puedas perdonarles, y desde el perdón y el amor establecer una nueva y distinta relación con ellos, en la que tú seas el que dirija, exprese y ponga por delante sus necesidades y sus deseos. Quizás, aunque los perdones, no sea sano volver a contactar con ellos, concédete permiso para esa ausencia de relación con aquellos que te trajeron al mundo y no supieron o pudieron estar a la altura de sus responsabilidades, de sus compromisos, de establecer esos lazos afectivos positivos contigo.

Si, por el contrario, estás orgulloso de tu padre, dale ese abrazo que se merece como reconocimiento a ese amor que, día tras día y salvando las circunstancias que nos limitan o nos plantean dificultades y obstáculos en el camino, te ha ido dando y enriqueciendo, ayudándote a crecer a lo largo de tu vida.

jueves, 3 de julio de 2014

¿DESEAS MEJORAR TU VIDA SEXUAL?

Si crees que tu vida sexual, en pareja o en solitario, es menos gratificante de lo que debiera o piensas que te gustaría introducir cambios para enriquecerla, quizás te interese continuar leyendo.
Son varios los factores a tener en cuenta para poder disfrutar de una satisfactoria vida sexual.

En primer lugar, no olvides que una buena relación sexual comienza cuando todavía llevas la ropa puesta. 

El deseo sexual y la complicidad en la pareja dependen no sólo de la atmósfera que reine en el dormitorio, sino del clima preexistente a lo largo de la semana fuera de la cama. Cuando se habla del hecho de "crear ambiente" no se hace referencia a poner música romántica y encender un par o cientos de velas, sino  a la calidad de esa intimidad física y psíquica existente en las relaciones de convivencia. 

Comprenderse, apoyarse, ser solidario 
con tu pareja enriquece tu vida sexual. 
Foto de Robert Doisneau




El afecto, expresado en palabras o en gestos, la comunicación, la confianza, la libertad, el respeto, la comprensión, la empatía, la solidaridad, son factores muy importantes a la hora de favorecer la presencia de ese deseo sexual. 






Descubre tus zonas erógenas. 
Foto de Christofer Tovo.




No hay expertos, ni adivinos en el arte de amar
La autoexploraciónel conocimiento de uno mismo, descubrir las zonas más sensibles de tu piel mejorará tus encuentros amorosos. Dedicar un tiempo a pensar en ti mismo como un ser sexual es mejor que caer en concebir la sexualidad como un hecho aislado que surge en tu cuerpo o en tu mente con una determinada frecuencia. La sexualidad forma parte de nosotros, somos seres sexuales. 








Conocerse y confiar en uno mismo son factores clave para poder disfrutar de los encuentros sexuales. Al sentirte atractiva o atractivo, que gustas y eres capaz de seducir y generar en los demás el deseo de estar junto a ti, descubrirás nuevos sentimientos y sensaciones de los que, hasta ese momento, no habías podido gozar. Es importante que te imagines así, que disfrutes realmente de ti, de esa bella autoimagen que guardas en tu interior y que los demás perciben desde el exterior. Desarrolla tu imaginación erótica y potencia tus fantasías y deseos. Leer cómics, relatos o novelas eróticas, ver fotografías o películas que contengan imágenes voluptuosas es, en nuestra sociedad, algo muy común entre los hombres, y que hay que favorecer  y normalizar entre las mujeres.

Sentirnos atractivos, sentir que provocamos el deseo en los demás, es algo vital y depende sólo de nosotros, es un trabajo individual e íntimo. 
Cada persona es responsable de su goce sexual y sensual. Estos juegos en solitario facilitan la comunicación con tu pareja. Hay que hablar sobre el erotismo, sobre la sexualidad, sobre aquello que nos gusta o nos disgusta, sacar a la luz nuestras fantasías eróticas, que son uno de los mejores afrodisíacos que se conocen. 

Importante también y por todos conocido el hecho de que tenemos que evitar caer en la rutina, jugando con la imaginación, desarrollando las fantasías, introduciendo alguna novedad, saliendo del dormitorio, de la casa, leyendo relatos voluptuosos, introduciendo el uso de juguetes eróticos.Todo ello favorecerá el aumento del placer y el sentimiento de plenitud en las relaciones sexuales.


Las fantasías, el pensar en tí como ser sexual, 
atractivo para los demás, potencia tu deseo.
Fotografía de Mario Sorrenti


Si surgen problemas sexuales que no puedes solucionar, no dudes en consultar con un psicólogo, pues un abordaje terapeútico precoz proporcionará una solución  mucho más sencilla y rápida y no creará secuelas en tu vida sexual,  en la relación de pareja,  en tu autoestima  o seguridad personal. Son muchas las personas que piensan que el problema se solucionará solo, o con el paso del tiempo. El sentimiento de orgullo o vergüenza les impide solicitar ayuda. Adoptan una actitud pasiva que exaspera a su pareja, que, muy posiblemente, en un principio, le comprendía, le consolaba o incluso intentaba minimizar la presencia de esta dificultad. Sin embargo, con el transcurrir de los meses y los años, cuando esta persona se da cuenta de que su compañero no va a poner remedio a lo que a ambos preocupa y entorpece la armonía de la relación, se desilusiona, sufre una gran decepción, pues interpreta esta falta de iniciativa como una muestra de ausencia de interés en mejorar sus contactos amorosos.
Por ello, si te quieres, amas a tu pareja, y te encuentras ante dificultades en tu vida sexual, consulta con tu psicólogo, no lo dejes pasar.

miércoles, 2 de julio de 2014

Duelo proceso de superación y cambio

Son muchas las personas que sufren por haber perdido a su familia, a su pareja, a uno de sus mejores amigos. Elaborar el duelo de una forma sana implica reconocer la pérdida de ese ser querido, sea por fallecimiento o por ruptura de la relación; conlleva ser consciente de que esa persona ya no podrá estar, al menos del mismo modo, en nuestra vida; significa reconocer lo positivo y  lo negativo que hubo entre los dos y aceptar lo sucedido, perdonarse y perdonar por los errores cometidos, comprender que las relaciones no son eternas y que pueden cambiar o transformarse en algo distinto.

Como psicoterapeuta que soy, sé que es así, el tiempo por sí solo no cura nada. Somos las personas las que conseguimos superar las situaciones dolorosas cambiando nuestra actitud, comprometiéndonos con las circunstancias, enfocando los problemas desde una perspectiva positiva y constructiva, así es como nos "curamos".

¿Y qué significa curar? Una breve exploración etimológica nos conduce al término originario del latín "cura" que abarca los significados curar y cuidar. Heidegger relaciona la "cura" con dos referentes semánticos, por un lado, esfuerzo, dedicación y por otro, entrega y solicitud. Curar es una acción que requiere dedicación y esfuerzo continuado, ocuparse de uno mismo o de ese otro al que pretendemos cuidar.



Volver a restablecer el equilibrio natural es el objetivo de cualquier proceso terapeútico. Para ello, es importante recordar otra vertiente del cuidar que es la de capacitar, esto es, estimular y facilitar el proceso de descubrimiento de esos puntos fuertes que todos tenemos, aunque estén algo dormidos (resiliencia)  y proponer vías para que dichas potencialidades puedan plasmarse en la realidad. Cuando uno cuida de verdad, lo que intenta es que el otro gane en autonomía y libertad, superando sus dependencias.



cuento de Jorge Bucay

LA ISLA DE LAS EMOCIONES

Hubo una vez una isla donde habitaban todas las emociones y todos los sentimientos humanos que existen. Convivían, por supuesto, el Temor, la Sabiduría, el Amor, la Angustiala Envidia, el Odio… Todos estaban allí. A pesar de los roces naturales de la convivencia, la vida era sumamente tranquila e incluso previsible. A veces la Rutina hacía que el Aburrimiento se quedara dormido, o el Impulso armaba algún escándalo, pero muchas veces la Constancia y la Conveniencia lograban aquietar el Descontento.

Un día, inesperadamente para todos los habitantes de la isla, el Conocimiento convocó una reunión. Cuando la Distracción se dio por enterada y la Pereza llegó al lugar de encuentro, todos estuvieron presentes.
           
Entonces, el Conocimiento dijo:
-Tengo una mala noticia que darles: la isla se hunde.

Todas las emociones que vivían en la isla dijeron:
-¡No, cómo puede ser! ¡Si nosotros vivimos aquí desde siempre!

El Conocimiento repitió:
-La isla se hunde.
-¡Pero no puede ser! ¡Quizá estás equivocada!
-El Conocimiento casi nunca se equivoca- dijo la Conciencia dándose cuenta de la verdad-. Si él dice que se hunde, debe ser porque se hunde.
-¿Pero qué vamos a hacer ahora?- se preguntaron los demás.

Entonces, el Conocimiento contestó:
-Por supuesto, cada uno puede hacer lo que quiera, pero yo les sugiero que busquen la manera de dejar la isla…Construyan un barco, un bote, una balsa o algo que les permita irse, porque el que permanezca en la isla desaparecerá con ella.

-¿No podrías ayudarnos?- preguntaron todos, porque confiaban en su capacidad.
-No-dijo el Conocimiento-, la Previsión y yo hemos construido un avión y en cuanto termine de decirles esto volaremos hasta la isla más cercana.

 Las emociones dijeron:
-¡No! ¡Pero! ¿Qué será de nosotros?

Dicho esto, el Conocimiento se subió al avión con su socia y, llevando de polizón al Miedo, que como no es zonzo ya se había escondido en el motor, dejaron la isla.

Todas las emociones, en efecto, se dedicaron a construir un bote, un barco, un velero…Todas…salvo el Amor.
Porque el Amor estaba tan relacionado con cada cosa de la isla que dijo:
-Dejar esta isla… después de todo lo que viví aquí… ¿Cómo podría yo dejar este arbolito, por ejemplo? Ahh… compartimos tantas cosas.

Y mientras las emociones se dedicaban a fabricar el medio para irse, el Amor se subió a cada árbol, olió cada rosa, se fue hasta la playa y se revolcó en la arena como solía hacerlo en otros tiempos. Tocó cada piedra… y acarició cada rama…
Al llegar a la playa, exactamente desde donde el sol salía, su lugar favorito, quiso pensar con esa ingenuidad que tiene el amor:
“Quizá la isla se hunda por un ratito… y después resurja… ¿por qué no?”

Y se quedó durante días y días midiendo la altura de la marea para revisar si el proceso de hundimiento no era reversible….

La isla se hundía cada vez más….
Sin embargo, el Amor no podía pensar en construir, porque estaba tan dolorido que sólo era capaz de llorar y gemir por lo que perdería.
Se le ocurrió entonces que la isla era muy grande, y que aún cuando se hundiera un poco, siempre él podría refugiarse en la zona más alta…. Cualquier cosa era mejor que tener que irse. Una pequeña renuncia nunca había sido un problema para él.
Así que, una vez más, tocó las piedritas de la orilla… y se arrastró por la arena… y otra vez se mojó los pies en la pequeña playa que otrora fue enorme….
Luego, sin darse cuenta demasiado de su renuncia, caminó hacia la parte norte de la isla, que si bien no era la que más le gustaba, era la más elevada…
Y la isla se hundía cada día un poco más…
Y el Amor se refugiaba cada día en un espacio más pequeño….

-Después de tantas cosas que pasamos juntos…- le reprochó a la isla.

Hasta que, finalmente, sólo quedó una minúscula porción de suelo firme; el resto había sido tapado completamente por el agua.
Justo en ese momento el amor se dio cuenta de que la isla se estaba hundiendo de verdad. Comprendió que, si no dejaba la isla, el amor desaparecería para siempre de la faz de la Tierra….
Caminando entre senderos anegados y saltando enormes charcos de agua, el Amor se dirigió a la bahía. Ya no había posibilidades de construirse una salida como la de todos; había perdido demasiado tiempo en negar lo que perdía y en llorar lo que desaparecía poco a poco ante sus ojos.
Desde allí podría ver pasar a sus compañeros en las embarcaciones. Tenía la esperanza de explicar su situación y de que alguno de sus compañeros le comprendiera y le llevara. Observando el mar, vio venir el barco de la Riqueza y le hizo señas. La Riqueza se acercó un poquito a la bahía.
-Riqueza, tú que tienes un barco tan grande, ¿no me llevarías hasta la isla vecina? Yo sufrí tanto la desaparición de la isla que no pude fabricarme un bote…

la Riqueza le contestó…
-Estoy tan cargada de dinero, de joyas y de piedras preciosas, que no tengo lugar para ti, lo siento…- y siguió su camino sin mirar atrás.

El amor siguió observando, y vio venir a la Vanidad en un barco hermoso, lleno de adornos, caireles, mármoles y florecitas de todos los colores. Llamaba muchísimo la atención.
El Amor se estiró un poco y gritó:
-¡Vanidad…Vanidad…llévame contigo!

La vanidad miró al Amor y le dijo:
-Me encantaría llevarte, pero… ¡tienes un aspecto!... ¡estás tan desagradable… tan sucio y  tan desaliñado!... Perdón, pero creo que afearías mi barco-y se fue.

Y así, el Amor pidió ayuda a cada una de las emociones. A la Constancia, a la Sensualidad, a los Celos, a la Indignación y hasta al Odio. Y cuando pensó que ya nadie más pasaría, vio acercarse un barco muy pequeño, el último, el de la Tristeza.
-Tristeza, hermana-le dijo, tú que me conoces tanto, tú no me abandonarás aquí, eres tan sensible como yo… ¿Me llevarás contigo?

la Tristeza le contestó:
-Yo te llevaría, te lo aseguro, pero estoy taaaan triste… que prefiero estar sola- y sin decir más, se alejó.

Y el Amor, pobrecito, se dio cuenta de que  por haberse quedado ligado a esas cosas que tanto amaba, él y la isla iban a hundirse en el mar hasta desaparecer.

Entonces se sentó en el último pedacito que quedaba de su isla para esperar el final…

De pronto, el Amor escuchó que alguien chistaba.
-Chst-chst-chst…

Era un desconocido viejito que le hacía señas desde un bote de remos.
El Amor se sorprendió:
-¿A mí?- preguntó, llevándose una mano al pecho.
-Sí, sí -dijo el viejito-, a ti. Ven conmigo, súbete a mi bote y rema conmigo, yo te salvo.

El amor le miró y quiso darle explicaciones:
-Lo que pasó fue que yo me quedé...
-Entiendo-dijo el viejito sin dejarle terminar la frase-, sube.
El amor subió al bote y juntos empezaron a remar para alejarse de la isla. No pasó mucho tiempo antes de ver cómo el último centímetro que quedaba a flote terminó de hundirse y la isla desaparecía para siempre.

-Nunca volverá a existir una isla como ésta- murmuró el Amor, quizá esperando que el viejito le contradijera y le diera alguna esperanza.
-No -dijo el viejito-, como ésta, nunca.

Cuando llegaron a la isla vecina, el Amor comprendió que seguía vivo. Se dio cuenta de que iba a seguir existiendo. Giró sobre sus pies para agradecerle al viejito, pero éste, sin decir una palabra, se había marchado tan misteriosamente como había aparecido.
Entonces, el Amor, muy integrado, fue en busca de la Sabiduría para preguntarle:

-¿Cómo pude ser? Yo no lo conozco y él me salvó… Nadie comprendía que hubiera quedado sin embarcación, pero él me ayudó, él me salvó y yo ni siquiera sé quién es…

La Sabiduría lo miró a los ojos un buen rato y dijo:

-Él es el único capaz de conseguir que el amor sobreviva cuando el dolor de una pérdida le hace creer que es imposible seguir adelante. El único capaz de darle una nueva oportunidad al  amor cuando parece extinguirse. El que te salvó, Amor, es el Tiempo.

martes, 1 de julio de 2014

Facebook mentiras

El valor real de la información personal de las redes y el valor de los "amigos" de facebook







lunes, 30 de junio de 2014

10 Razones para Amar la soltería

Si te encuentras solo o sola y durarás algún tiempo así o sientes que se aproxima un periodo de estos en tu vida, atiende estos consejos para ser una persona felizmente soltera. Una gran cualidad de los solteros es que llegan a desarrollar un fuerte sentido de sí mismos.



1. Di no a los clichés. La realidad es que una persona soltera puede ser realmente feliz y exitosa si se lo propone. Los solteros nos se pasan la vida como los clichés de las películas bebiendo solos en un bar, llorando con amargura su soledad y por haber perdido al amor de su vida o por nunca haber dejado que el amor llegara a sus corazones.
2. Obsérvate a ti mismo. Eso es un paso importante hacia el conocimiento de tu persona. Te encontrarás con la cuestión de encontrar a alguien pero piensa exactamente por qué te planteas buscar una pareja. ¿Realmente das pasos concretos para lograrlo? ¿Tienes un verdadero interés en este cometido o es tan importante para ti como hacer la lista del super o leer el peridódico? No permitas que la cultura influya en tu actuar. Tal vez sí quieres una pareja, pero ahora no o tal vez nunca. Conócete a ti mismo y entonces, de verdad vivirás una vida plena.
3. Decide por ti mismo quién es especial y quién no. Puede que en tu vida ya haya alguien especial, puede tratarse de un amigo muy cercano o un hermano y no una pareja romántica. O tal vez no sólo es una persona sino muchas, como toda tu familia y amigos.
4. Reconocer a otros solteros. Los solteros saben muy bien que existen otras personas solteras en el mundo, no se cierran y piensan que ellos son los únicos que viven en soledad. Los solteros reconocen que no todo el mundo quiere estar con otra persona todo el tiempo, no importa lo especial que esa persona puede ser.
5. Momentos sociales y momentos de soledad. Debes comprender también, que todas las personas pasan por momentos a solas y disfrutan de ellos, igualmente esas mismas personas disfrutan mucho de los momentos en que socializan con otros. La combinación de ambos tiempos es diferente para cada persona. Si necesitas un tiempo a solas dátelo, si lo que quieres es salir con personas hazlo, y disfruta de ello.
6. Identifícate. Debes aprender de tus experiencias y saber si eres autosuficiente. Si lo eres, sigue adelante, haz frente a las cosas y toma decisiones por tu cuenta. En un estudio reciente realizado a adultos mayores de más de 40 años de edad, que habían vivido solos durante casi toda su vida, se descubrió que su bienestar se debía a su autosuficiencia. Cuanto más independientes eran, más felices eran. Por el contrario con los casados, éstos mientras hacían más cosas por su cuenta eran más propensos a ser infelices.
7. Haz caso a tu corazón. Los solteros que realmente son felices, están perfectamente conscientes de que sólo hay una persona en su corazón y son ellos mismos. A ellos se les llama solteros de corazón y aunque suene un poco triste, la verdad es que estas personas son las que viven más plenamente sus vidas, sus vidas son más significativas y son más auténticos.
8. Conoce el significado real de las cosas. Los solteros, a diferencia de los que decidieron casarse, conocen las dimensiones reales de la palabra matrimonio. Quienes se casan, lo hacen con la esperanza de ser más felices o de que sus vidas cambien con este gran paso, sin embargo, en casi todos los casos, sucede el efecto llamado “luna de miel” que consiste en el sentimiento de alegría y de que la vida mejorará pero esta sensación se disipa rápidamente y las personas se encuentran si no deprimidos, no más felices, y su autoestima baja.
9. Lo mejor viene con la edad. Según la escritora Bella de Paulo, es muy popular la creencia de que los solteros son infelices y que, conforme van creciendo o envejeciendo, se vuelven más miserables por la vida que llevan. ¡Pero esto es totalmente falso! De hecho, muchas personas solteras se vuelven más seguras sobre la vida a través del tiempo, y les importa menos la opinión de otras personas. Si eres soltero o soltara, están menos zarandeada por las opiniones de otras personas. Así que si eres soltero o soltera, deja ya de preocuparte por lo solo que puedes estar, comienza a vivir tu vida y disfruta de ella.
10. ConóceteLos solteros se conocen y creen en sus capacidades. Existe la cultura de que a cierta edad ya se debe contar con una pareja estable y debe haber ya un compromiso fuerte, matrimonio, hijos. Sin embargo, los solteros son lo bastante seguros para saber que pueden vivir vidas individuales, significativas y gratificantes si deciden hacerlo.

domingo, 29 de junio de 2014

¿Eres un infiel emocional?

Se considera infidelidad emocional al momento en que desarrollas una conexión profunda con otra persona que no es tu pareja. Puede ser tan peligrosa e hiriente como una infidelidad física, pero mucho más difícil de percibir.


De acuerdo al Huffington Post, la mayoría de los hombres y las mujeres consideran que una infidelidad emocional es también una manera de engañar; pero cuando son ellos los involucrados es menos probable que piensen lo mismo.
En otras palabras, es un problema cuando tu pareja lo hace, pero no es nada si tú lo haces. ¿Por qué? De acuerdo la experta en relaciones Mira Kirshenbaum, nosotros nos juzgamos de acuerdo a nuestras intensiones, pero juzgamos a otros por sus acciones.
Basicamente, es menos probable que consideres tus acciones como una infidelidad porque sabes que está pasando en tu cabeza. Pero, cuando se trata de nuestra pareja, sólo ves lo que hacen y asumes los motivos de sus acciones.
Kirshenbaum menciona que las mujeres creemos que no engañaríamos a nuestra pareja de manera física, pero aunque pensemos que eso es cierto, puede ser peligroso que asumas que la relación platónica (conexión emocional) que tienes con otra persona no le hace daño a nadie.

3 señales de que podrías ser infiel en el aspecto emocional:


Lo escondes

Podrías pensar que no hay nada malo y que has completamente transparente respecto a la amistad que tienes con otra persona. Pero ten cuidado si te encuentras escondiendo conversaciones o sentimientos. Si algo está pasando con otra persona que no quieres compartir con tu pareja, entonces estás más cerca de ser infiel emocional.

Buscas algo fuera de tu relación

Es normal que hablemos de nuestros problemas con otra persona (mujer u hombre), pero si te das cuenta de que en realidad estás buscando algo fuera de la relación que tienes con tu pareja, como confianza, compañía o intimidad, definitivamente es una señal de alerta.

 Te preocupas de ser infiel

Cuando se trata de saber si hay o no una infidelidad emocional, lo mejor es confiar en tu instinto, porque probablemente ya estés en ese lugar. Busca por las señales más obvias, si tienes sentimientos románticos por otra persona que no es tu pareja, es momento que te sientes y analices lo que sucede, antes de que la situación llegue más lejos.

 

sábado, 28 de junio de 2014

EL HAMBRE EMOCIONAL

Si nos sentimos felices y satisfechos, tendemos a comer únicamente cuando sentimos hambre de verdad, el hambre natural. Por el contrario, cuando estamos insatisfechos, aburridos, angustiados, tristes, etc, tendemos a comer para saciar esa insatisfacción, y solemos recurrir a productos que tengan un sabor acentuado que nos distraiga, a nivel físico, de lo que sentimos emocionalmente y mentalmente. Esto es lo que llamamos hambre emocional.


Fisiológicamente hablando, el control de la saciedad depende del hipotálamo, el apetito está controlado por señales bioquímicas que indican al cerebro que tenemos hambre y necesitamos comer. Cuando hayamos satisfecho esta necesidad, los mismos mecanismos indicarán al cerebro que podemos detenernos. En principio es un método infalible, pero lo cierto es que hemos aprendido a ignorar esas señales y en muchas ocasiones comemos no sólo por hambre, sino por otras razones que muy poco tiene que ver con el aporte energético necesario para nuestras funciones biológicas.
Hemos convertido la comida en una recompensa y en un consuelo para paliar nuestras insatisfacciones, sean las que sean. La comida es algo que solemos tener siempre a mano, al que podemos recurrir rápidamente y que nos aporta estímulos positivos de forma inmediata, con un coste (económico y de esfuerzo) muy reducido. Es mucho mas fácil atiborrarnos de helado, chocolate o patatas fritas, por ejemplo, que tener esa conversación con nuestra pareja, nuestros hijos, nuestro jefe, nosotros mismos.
Aunque momentáneamente el satisfacer el hambre emocional nos pueda aportar los estímulos positivos que estamos buscando, hay un importante inconveniente en utilizar la comida para conseguir las satisfacciones que, por cualquier motivo, no conseguimos de otra forma: dicho inconveniente es que después de habernos atiborrado, esa conversación pendiente... seguirá pendiente.
Podemos utilizar un bol de helado, una tableta de chocolate o un paquete de papas fritas como muleta que nos servirá para extraer una satisfacción efímera en un momento de necesidad, esto puede tener cierta utilidad en determinados casos (evitar decisiones impulsivas, ganar tiempo para conseguir calmarnos, etc.) A partir de ese momento, deberíamos tener muy claro que necesitaremos solucionar lo que haya provocado nuestra insatisfacción en primer lugar, para que dicha insatisfacción no se vuelva a producir. Si utilizamos la muleta psicoemocional de la comida con la esperanza de que se convierta en la solución, estaremos bastante desencaminados.
Para controlar el hambre emocional hay que recordar cómo se siente la verdadera hambre física, y definitivamente existen varias diferencias entre las dos. Aquí unas pautas para ayudarnos a determinar si lo que sentimos es hambre física o hambre emocional.
El hambre emocional aparece de repente, no es raro que lo haga después de un disgusto o después de que hayamos recibido una noticia que nos desagrada. El hambre física es gradual.
El hambre física se siente en el estómago, es una sensación decididamente física, mientras el hambre emocional se percibe en la cabeza como un pensamiento fijo, una obsesión, solo se puede pensar en ello. 
Cuando un determinado tipo de comida es lo único que puede satisfacer el hambre (chocolate, patatas fritas, golosinas), se tratará de hambre emocional. Cuando nuestro cuerpo requiere combustible, estaremos abierto a cualquier alimento disponible. 
El hambre emocional tiene que ser satisfecha de inmediato. El hambre física puede esperar. 
El hambre emocional nos deja un sentido de culpabilidad, el hambre física nos deja satisfechos.

Tener la capacidad de identificar cuando sintamos hambre emocional o hambre física, es parte del proceso para evitar utilizar el alimento como medio de satisfacción inmediato y equivoco. Las insatisfacciones, tristezas, miedos, angustias que nos brinda a veces la vida, no se solucionan procurando satisfacciones rápidas a través de la comida.
Reconocer la diferencia entre las dos nos ayudará a desarrollar estrategias eficaces para concentrar nuestras energías allí donde verdaderamente se necesiten.