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martes, 29 de julio de 2014

TRANSITAR EL DUELO, SUPERAR EL DOLOR


Un fallecimiento, un accidente o una pérdida es un proceso duro, doloroso pero necesario, y que nos llega de forma inesperada. Para cada persona transcurre diferente, pero lo importante siempre es estar unidos y apoyarse unos a otros.

¿Cómo avanzar?

Es fundamental darse tiempo, no apurarse ni presionarse. La elaboración de una pérdida no sucede de un día para otro, y los tiempos de cada persona son distintos.

Cada uno de nosotros tiene un modo singular, único e irrepetible de atravesar el proceso, y ninguno es criticable.

La familia y los afectos son imprescindibles: apoyarnos en un ser querido o incluso buscar ayuda profesional en grupo puede servirnos para sobreponernos a esta experiencia.

Intentemos que el grupo familiar salga fortalecido por la difícil experiencia de atravesar una pérdida. El duelo compartido bien puede ayudar a que se acentúen los vínculos.

Recordemos siempre que la vida sigue. Aunque al principio cueste, debemos ser positivos y mirar hacia el futuro. Poco a poco, nuevas alegrías irán apareciendo.

miércoles, 2 de julio de 2014

Duelo proceso de superación y cambio

Son muchas las personas que sufren por haber perdido a su familia, a su pareja, a uno de sus mejores amigos. Elaborar el duelo de una forma sana implica reconocer la pérdida de ese ser querido, sea por fallecimiento o por ruptura de la relación; conlleva ser consciente de que esa persona ya no podrá estar, al menos del mismo modo, en nuestra vida; significa reconocer lo positivo y  lo negativo que hubo entre los dos y aceptar lo sucedido, perdonarse y perdonar por los errores cometidos, comprender que las relaciones no son eternas y que pueden cambiar o transformarse en algo distinto.

Como psicoterapeuta que soy, sé que es así, el tiempo por sí solo no cura nada. Somos las personas las que conseguimos superar las situaciones dolorosas cambiando nuestra actitud, comprometiéndonos con las circunstancias, enfocando los problemas desde una perspectiva positiva y constructiva, así es como nos "curamos".

¿Y qué significa curar? Una breve exploración etimológica nos conduce al término originario del latín "cura" que abarca los significados curar y cuidar. Heidegger relaciona la "cura" con dos referentes semánticos, por un lado, esfuerzo, dedicación y por otro, entrega y solicitud. Curar es una acción que requiere dedicación y esfuerzo continuado, ocuparse de uno mismo o de ese otro al que pretendemos cuidar.



Volver a restablecer el equilibrio natural es el objetivo de cualquier proceso terapeútico. Para ello, es importante recordar otra vertiente del cuidar que es la de capacitar, esto es, estimular y facilitar el proceso de descubrimiento de esos puntos fuertes que todos tenemos, aunque estén algo dormidos (resiliencia)  y proponer vías para que dichas potencialidades puedan plasmarse en la realidad. Cuando uno cuida de verdad, lo que intenta es que el otro gane en autonomía y libertad, superando sus dependencias.



cuento de Jorge Bucay

LA ISLA DE LAS EMOCIONES

Hubo una vez una isla donde habitaban todas las emociones y todos los sentimientos humanos que existen. Convivían, por supuesto, el Temor, la Sabiduría, el Amor, la Angustiala Envidia, el Odio… Todos estaban allí. A pesar de los roces naturales de la convivencia, la vida era sumamente tranquila e incluso previsible. A veces la Rutina hacía que el Aburrimiento se quedara dormido, o el Impulso armaba algún escándalo, pero muchas veces la Constancia y la Conveniencia lograban aquietar el Descontento.

Un día, inesperadamente para todos los habitantes de la isla, el Conocimiento convocó una reunión. Cuando la Distracción se dio por enterada y la Pereza llegó al lugar de encuentro, todos estuvieron presentes.
           
Entonces, el Conocimiento dijo:
-Tengo una mala noticia que darles: la isla se hunde.

Todas las emociones que vivían en la isla dijeron:
-¡No, cómo puede ser! ¡Si nosotros vivimos aquí desde siempre!

El Conocimiento repitió:
-La isla se hunde.
-¡Pero no puede ser! ¡Quizá estás equivocada!
-El Conocimiento casi nunca se equivoca- dijo la Conciencia dándose cuenta de la verdad-. Si él dice que se hunde, debe ser porque se hunde.
-¿Pero qué vamos a hacer ahora?- se preguntaron los demás.

Entonces, el Conocimiento contestó:
-Por supuesto, cada uno puede hacer lo que quiera, pero yo les sugiero que busquen la manera de dejar la isla…Construyan un barco, un bote, una balsa o algo que les permita irse, porque el que permanezca en la isla desaparecerá con ella.

-¿No podrías ayudarnos?- preguntaron todos, porque confiaban en su capacidad.
-No-dijo el Conocimiento-, la Previsión y yo hemos construido un avión y en cuanto termine de decirles esto volaremos hasta la isla más cercana.

 Las emociones dijeron:
-¡No! ¡Pero! ¿Qué será de nosotros?

Dicho esto, el Conocimiento se subió al avión con su socia y, llevando de polizón al Miedo, que como no es zonzo ya se había escondido en el motor, dejaron la isla.

Todas las emociones, en efecto, se dedicaron a construir un bote, un barco, un velero…Todas…salvo el Amor.
Porque el Amor estaba tan relacionado con cada cosa de la isla que dijo:
-Dejar esta isla… después de todo lo que viví aquí… ¿Cómo podría yo dejar este arbolito, por ejemplo? Ahh… compartimos tantas cosas.

Y mientras las emociones se dedicaban a fabricar el medio para irse, el Amor se subió a cada árbol, olió cada rosa, se fue hasta la playa y se revolcó en la arena como solía hacerlo en otros tiempos. Tocó cada piedra… y acarició cada rama…
Al llegar a la playa, exactamente desde donde el sol salía, su lugar favorito, quiso pensar con esa ingenuidad que tiene el amor:
“Quizá la isla se hunda por un ratito… y después resurja… ¿por qué no?”

Y se quedó durante días y días midiendo la altura de la marea para revisar si el proceso de hundimiento no era reversible….

La isla se hundía cada vez más….
Sin embargo, el Amor no podía pensar en construir, porque estaba tan dolorido que sólo era capaz de llorar y gemir por lo que perdería.
Se le ocurrió entonces que la isla era muy grande, y que aún cuando se hundiera un poco, siempre él podría refugiarse en la zona más alta…. Cualquier cosa era mejor que tener que irse. Una pequeña renuncia nunca había sido un problema para él.
Así que, una vez más, tocó las piedritas de la orilla… y se arrastró por la arena… y otra vez se mojó los pies en la pequeña playa que otrora fue enorme….
Luego, sin darse cuenta demasiado de su renuncia, caminó hacia la parte norte de la isla, que si bien no era la que más le gustaba, era la más elevada…
Y la isla se hundía cada día un poco más…
Y el Amor se refugiaba cada día en un espacio más pequeño….

-Después de tantas cosas que pasamos juntos…- le reprochó a la isla.

Hasta que, finalmente, sólo quedó una minúscula porción de suelo firme; el resto había sido tapado completamente por el agua.
Justo en ese momento el amor se dio cuenta de que la isla se estaba hundiendo de verdad. Comprendió que, si no dejaba la isla, el amor desaparecería para siempre de la faz de la Tierra….
Caminando entre senderos anegados y saltando enormes charcos de agua, el Amor se dirigió a la bahía. Ya no había posibilidades de construirse una salida como la de todos; había perdido demasiado tiempo en negar lo que perdía y en llorar lo que desaparecía poco a poco ante sus ojos.
Desde allí podría ver pasar a sus compañeros en las embarcaciones. Tenía la esperanza de explicar su situación y de que alguno de sus compañeros le comprendiera y le llevara. Observando el mar, vio venir el barco de la Riqueza y le hizo señas. La Riqueza se acercó un poquito a la bahía.
-Riqueza, tú que tienes un barco tan grande, ¿no me llevarías hasta la isla vecina? Yo sufrí tanto la desaparición de la isla que no pude fabricarme un bote…

la Riqueza le contestó…
-Estoy tan cargada de dinero, de joyas y de piedras preciosas, que no tengo lugar para ti, lo siento…- y siguió su camino sin mirar atrás.

El amor siguió observando, y vio venir a la Vanidad en un barco hermoso, lleno de adornos, caireles, mármoles y florecitas de todos los colores. Llamaba muchísimo la atención.
El Amor se estiró un poco y gritó:
-¡Vanidad…Vanidad…llévame contigo!

La vanidad miró al Amor y le dijo:
-Me encantaría llevarte, pero… ¡tienes un aspecto!... ¡estás tan desagradable… tan sucio y  tan desaliñado!... Perdón, pero creo que afearías mi barco-y se fue.

Y así, el Amor pidió ayuda a cada una de las emociones. A la Constancia, a la Sensualidad, a los Celos, a la Indignación y hasta al Odio. Y cuando pensó que ya nadie más pasaría, vio acercarse un barco muy pequeño, el último, el de la Tristeza.
-Tristeza, hermana-le dijo, tú que me conoces tanto, tú no me abandonarás aquí, eres tan sensible como yo… ¿Me llevarás contigo?

la Tristeza le contestó:
-Yo te llevaría, te lo aseguro, pero estoy taaaan triste… que prefiero estar sola- y sin decir más, se alejó.

Y el Amor, pobrecito, se dio cuenta de que  por haberse quedado ligado a esas cosas que tanto amaba, él y la isla iban a hundirse en el mar hasta desaparecer.

Entonces se sentó en el último pedacito que quedaba de su isla para esperar el final…

De pronto, el Amor escuchó que alguien chistaba.
-Chst-chst-chst…

Era un desconocido viejito que le hacía señas desde un bote de remos.
El Amor se sorprendió:
-¿A mí?- preguntó, llevándose una mano al pecho.
-Sí, sí -dijo el viejito-, a ti. Ven conmigo, súbete a mi bote y rema conmigo, yo te salvo.

El amor le miró y quiso darle explicaciones:
-Lo que pasó fue que yo me quedé...
-Entiendo-dijo el viejito sin dejarle terminar la frase-, sube.
El amor subió al bote y juntos empezaron a remar para alejarse de la isla. No pasó mucho tiempo antes de ver cómo el último centímetro que quedaba a flote terminó de hundirse y la isla desaparecía para siempre.

-Nunca volverá a existir una isla como ésta- murmuró el Amor, quizá esperando que el viejito le contradijera y le diera alguna esperanza.
-No -dijo el viejito-, como ésta, nunca.

Cuando llegaron a la isla vecina, el Amor comprendió que seguía vivo. Se dio cuenta de que iba a seguir existiendo. Giró sobre sus pies para agradecerle al viejito, pero éste, sin decir una palabra, se había marchado tan misteriosamente como había aparecido.
Entonces, el Amor, muy integrado, fue en busca de la Sabiduría para preguntarle:

-¿Cómo pude ser? Yo no lo conozco y él me salvó… Nadie comprendía que hubiera quedado sin embarcación, pero él me ayudó, él me salvó y yo ni siquiera sé quién es…

La Sabiduría lo miró a los ojos un buen rato y dijo:

-Él es el único capaz de conseguir que el amor sobreviva cuando el dolor de una pérdida le hace creer que es imposible seguir adelante. El único capaz de darle una nueva oportunidad al  amor cuando parece extinguirse. El que te salvó, Amor, es el Tiempo.

miércoles, 4 de junio de 2014

5 señales para saber si mi relación está por terminar


Cuando una relación está por terminar, las personas suelen sospecharlo, incluso puede sentirse una sensación de inquietud en el estómago, porque te das cuenta de que tu pareja no está atenta a ti o no lo hace de manera genuina, menciona Valeria Schapira, especialista en relaciones de pareja de Match.com

Las mujeres suelen expresarlo más porque se presenta el duelo durante la relación, mientras que los hombres no ven las señales y se dan cuenta de que la relación terminó cuando su pareja toma la decisión de dejarlo”, señala Valeria Schapira, en entrevista para Salud180.com

¿Es tiempo de terminar?

Algunas de las señales más comunes de que la relación está a punto de cerrar su ciclo y es momento de continuar el camino solos son:
1. Falta de comunicación
2. Ya no piensan juntos en el futuro, es decir, sus metas se separan cada vez más
3. Realizan actividades separadas siempre
4. En su relación ya no existen los piropos, sino sólo insultos o peleas
5. Se ha perdido la confianza por completo
Valeria Schapira señala que es bueno tomarse el tiempo para vivir el duelo y aceptar que este proyecto de pareja en el que se invirtió tiempo y energía, muchas ilusiones y expectativas, ya no va a funcionar.
También es importante no tomar el término de la relación como un fracaso, porque “la vida es una serie de intentos, que ayudan a aprender y mejorar la calidad de vida”.
Hay que tomarlo como una lección que va a servir para no cometer las mismas equivocaciones en el nuevo vínculo que se establezca.
Una vez que las heridas ya estén lo suficientemente cerradas para tener ganas de conocer otra persona, es momento de salir y disfrutar de los amigos o inscribirte en páginas en internet serias que te permitan conocer al amor de tu vida. Y tú, ¿has experimentado algunas de estas señales en una relación de pareja?

Fuente: salud180.com

lunes, 31 de marzo de 2014

DUELO Y SUS ETAPAS

El duelo es la reacción natural ante la pérdida de una persona, objeto o evento significativo, Se trata de una reacción principalmente emocional y comportamental en forma de sufrimiento y aflicción, cuando el vínculo afectivo se rompe

FASES DEL DUELO

  • LA FASE DE NEGACIÓN

La primera reacción de una persona que sufre una pérdida  es levantar sus primeros mecanismos de defensa para postergar, aunque sea un poco, el impacto de la agresión que la noticia necesariamente implica.
Esta primera barrera defensiva lo lleva a decir y sentir: no quiero, no puede ser, debe de ser un error. La persona se convence de que ha habido una equivocación.
La negación es un mecanismos de defensa que nos acompañaba a lo largo de toda nuestra vida y ante la noticia de una pérdida se hace presente para conceder una tregua entre la psiquis y la realidad.
En la negación existe una búsqueda desesperada del tiempo necesario para pensar en el futuro de manera más serena, tomando distancia temporal de lo que sucede, buscando una más saludable adaptación al evento que apareció demasiado abruptamente. La negación es un verdadero intento de amortiguar el efecto del primer impacto.

  • LA FASE DE NEGOCIACIÓN CON LA REALIDAD
Esta Fase del Duelo refiere a la persona al pensamiento mágico más primitivo. Aparecen las ideas de negociar la realidad.Se piensa en hacer un trato con la vida, con Dios, con el diablo, con el médico, si la pérdida es de salud.La negociación es una nueva conducta defensiva que trata de evitar lo inaceptable; un canje que pretende restitución a cambio de buena conducta. La gran mayoría de estos pactos son secretos y sólo quienes los hacen tienen conciencia de ello.


  • LA FASE DE DEPRESIÓN
Finalmente todos los pasos anteriores se agotan y fracasan en el intento de alejarnos de la realidad.
La depresión suele aparece con sentimientos de angustia e ideas circulares y negativas. Lo particular en este caso es que estas ideas no son sólo la causa de la depresión sino también y sobre todo su consecuencia. La depresión es más bien el resultado de la conciencia de lo ya perdido.
Por supuesto que, como es predecible, esta etapa se resuelve más rápidamente cuando la persona encuentra el coraje y el entorno donde poder expresar la profundidad de su angustia y recibir la contención que necesita frente sus temores y fantasías.
La depresión es la fase del duelo donde más se atascan las personas. Pero hay una emoción que según nos permitimos expresar nos va sacando poco a poco de los síntomas depresivos, y esta emoción es la ira.


  • LA FASE DE LA IRA
Cuando la persona ve por fin la realidad, intenta todavía rebelarse contra ella, y entonces sus preguntas y sentimientos cambian. Nacen otras preguntas: porque yo, porque ahora, no es justo, y aparece el enojo con la vida, con Dios y con el mundo.
En ocasiones la persona expresa una ira que inunda todo a su alrededor; nada le parece bien, nada le conforma, y su corazón rezuma dolor, odio y rencor. Y aunque parezca mentira, su autoestima atropellada por la realidad se da cuenta de que lo que necesita, y es verdad, es expresar su rabia para poder liberarse de ella.


  • LA FASE DE ACEPTACIÓN
Llegar aquí requiere que la persona haya tenido el acompañamiento y el tiempo necesarios para superar las fases anteriores. La aceptación solamente aparece cuando la persona ha podido elaborar su ansiedad y su cólera, ha resuelto sus asuntos incompletos y ha podido abandonar la postura auto discapacitada ante la depresión.
Sea como fuere y más allá de cuanto se tardó en llegar hasta aquí y cuanto esfuerzo haya demandado, a esta etapa se llega casi siempre muy débil y cansado. Esto se debe al esfuerzo de renunciar a una realidad que ya no es posible. Ahora, como regla general, uno prefiere estar solo, preparándose para su futuro, y hacer evaluación sobre el balance de su vida; un
a experiencia que siempre es personal y privada.

Duelo Patológico: Se considera duelo complicado a la presencia de síntomas relacionados con el duelo un tiempo superior al que se considera adaptativo, tiempo aún en discusión, algunos autores consideran que es entre 4 a 6 meses, otros desde un año a un año y medio. Lo cierto es que hay individuos que requieren más tiempo para adaptarse a la pérdida y no es posible aplicar un límite cronológico estricto. Se ha intentado establecer si existe algún signo o síntoma característico del duelo complicado pero la variable expresión de las respuestas al duelo lo hacen difícil. Los síntomas que no están relacionados con deterioro en el ajuste del individuo deben considerarse normales, y aquellos que muestran riesgo de perturbar el bienestar y adaptación debe ser considerado como indicativos de duelo complicado, como el nivel de rendimiento en sus ocupaciones y en su desarrollo social.

Factores de Riesgo: Circunstancias traumáticas, muerte de esposo, hijo, o de un padre; muerte inesperada, repentina y fuera de tiempo, muertes múltiples, muerte por suicidio, muerte por homicidio, personas vulnerables - baja autoestima en general, desorden psiquiátrico previo, amenazas o intentos de suicidio previos, familia ausente o inútil. Vínculo ambivalente con el fallecido, vínculo dependiente o interdependiente con el fallecido, apego inseguro a los padres durante la niñez.

Una excelente película para entender estas etapas y recomendada para personas que están pasando por esto sin duda alguna es PD: Te amo. Aquí les dejo un corto de la película, si tienen oportunidad véanla es sanadora. 





sábado, 16 de junio de 2012

ADOLESCENCIA ¿CRISIS O DUELO?



Ensayo

Diseño GvG 
"Es verdad que los demás tienen faltas y que nosotros no somos ciegos, pero el pensamiento de que nosotros también tenemos nuestras propias faltas, nos ha de hacer caritativos". 
Carlos Espinoza Marín.
Cuando nos damos a la tarea de pensar acerca de lo que significa la adolescencia, se nos ocurren muchas preguntas, la primera de ellas es ¿para quién debe significar algo, para el adolescente o para el adulto? ¿para la familia, el sistema educativo, la sociedad?... Lo que sucede es que todos estamos en el meollo del asunto, el adolescente que siente, sufre y está expuesto a una serie de situaciones que muchas veces no entiende, su cuerpo que le "grita", su mente que en muchas ocasiones está turbada porque no sabe cómo manejar lo que pasa en el resto de su cuerpo, su familia (especialmente los padres¡¡¡), que según como hayan vivenciado su propia adolescencia, le entiende o está igual de aterrada que ellos y no son el sostén que deberían ser... lo que nos lleva a más preguntas y la principal de ellas es la que da fundamento a este escrito ¿qué es la adolescencia, una crisis o un duelo? y para responderla, si esto es posible¡¡; creo que hay que recorrer lo que diversos autores nos señalan y tomar una posición al respecto. 

Para Fernández (1998)ante la pregunta "¿que es la adolescencia?" seis enfoques o formas de abordaje, le dan posibles respuestas a una pregunta que parece muy simple, pero que en realidad no lo es. El primer enfoque es aquel que aborda la adolescencia como "transformación pubertaria, donde ésta se define a partir de la pubertad, en la cual se le da un énfasis a la complejidad de transformaciones endocrinas y morfológicas y a la variabilidad de su aparición la que estaría determinada por factores socioeconómicos e históricos[...] lo que la ha ligado al campo de la biología y la lógica médica" (p.32). Dicha postura es la que vemos reflejada y desarrollada en las escuelas ya que se da un énfasis en el desarrollo del púber.
Otra posición de abordaje es la que ve a la adolescencia "como fenómeno de edad, en el cual la adolescencia es una edad del hombre. Se incluyen diferencias en los intervalos de edad según trate de hombres o mujeres, al cabo de los cuales se pasará a la edad adulta, o bien a algún tiempo intermedio: a la juventud adulta, a ser un adulto joven (20-25 años), a la post adolescencia[...] de ahí que desde esta óptica, se emiten las formulaciones legales en las cuales se considerará... "adolescente a toda persona mayor de doce años y menor de dieciocho". (Código de la Niñez y la Adolescencia, Costa Rica, 1998, p.1)"(p.32).
Luego encontramos "la adolescencia como experiencia de desarrollo", la cual es presentada como un lugar en ese tránsito del hombre que sería su desarrollo, el que está relacionado con la efectuación de las que serían sus potencialidades siguiendo una línea evolutiva; donde "todo periodo de la vida tiende a ser caracterizado por un grupo de problemas del desarrollo[...] y la adolescencia no sería la excepción y habría un conjunto de "problemas típicos, de "tareas", en las que se reconocería. Estas tareas, en un mismo movimiento, establecen los criterios bajo los cuales se podría afirmar que la etapa ha sido "superada", "desplazada", "incorporada". De manera que la realización de ajustes satisfactorios a través de dichas tareas, se piensa como condición para la continuación del futuro desarrollo (físico, psicológico, emocional, intelectual, moral, social...)" (p.33.
Por otra parte, se presenta la adolescencia como "camino a la adultez", donde se considera a la adolescencia, como el periodo de transición entre la infancia y la adultez. "Propuesta que se afirma en la posibilidad de sostener al final de la línea un producto logrado, culminación del desarrollo, superador de la fractura subjetiva, uno que ya sabe cómo es la cosa y que puede renegar de su recorrido, de sus "errores" previos" (p.36). Posición que no comparto de ninguna manera, ya que el "renegar de lo hecho", no solo no resuelve un conflicto, mucho menos es "signo o evidencia" de adultez, aparte de que considero que el ser humano al estar en constante cambio y reflexión (si reflexiona¡¡) de su quehacer (si hace algo¡¡)no es un sujeto estático, que inicia una tarea y finaliza otra, sino que cada experiencia le da enseñanzas nuevas que puede poner en práctica y lo hace una mejor persona cada día, lo que lo hace un ser inacabado.
Una interesante propuesta es la de abordar la adolescencia como producción socio-histórica ya que al parecer, "las sociedades primitivas no poseían nuestra concepción de adolescencia, sino que realizaban ritos de iniciación que al ser "pasados" por los jóvenes, les concedían de manera inmediata el estado de madurez [...] de manera que los primitivos no parecen conocer "las tempestades y tensiones" que caracterizan "nuestra" adolescencia. (Huerre, citado por Fernández, 1998:37). Es interesante la propuesta porque si uno observa otras culturas que no son occidentales, la vida de los jóvenes, no está tan cargada de "demandas, de observaciones, de esperas...", estoy de acuerdo con lo que plantea Fernández, cuando afirma "que la adolescencia sería un fenómeno propio de determinadas formaciones sociales "avanzadas", concretamente de las sociedades capitalistas urbanas y en último término, un efecto de su modelo económico de producción y de distribución del trabajo[...] por lo que no es extraño que se afirme que de la adolescencia se sustraerían, en mayor o menor medida, los llamados "pueblos primitivos", así como ciertos sectores sociales, tales como el campesinado o los grupos marginales [...] lo que nos lleva a cuestionarnos si la adolescencia, ¿no será un asunto exclusivo del mundo occidental?" (p.42). Ante tal interrogante, me animo a afirmar que sí. 
Un último abordaje es el que plantea la adolescencia como condición bio-psico-social, en la cual se reconoce que la adolescencia "se trataría de una condición compleja, como un afán- al conceptualizarla- por lograr una esperada integración que, unificando, permitiera capturar "lo adolescente". De manera que una visión como la propuesta, posibilitaría una "visión más abarcadora de la problemática adolescente, que para los que lo proponen, favorece el acercamiento a una comprensión "en profundidad" (p.43). Tampoco estamos de acuerdo con esta propuesta, porque no nos enfrentamos a UNA adolescencia, sino a muchachas y muchachos que están creciendo, con una serie de preguntas alrededor de su cuerpo, con necesidades diversas que pasan no solo por lo biológico o psicológico (cuerpo - mente), por lo económico (gracias al modelo económico capitalista y de consumo masivo), sino por lo afectivo y emocional, inserto en una cultura que lo forma, lo deforma, lo marca, lo construye y lo destruye (como lo queramos ver¡¡).
Como es notable, las propuestas son diversas, algunas parecieran que son muy cómodas para tomarlas y abordar desde ahí, la famosa adolescencia, mientras que otras simple y sencillamente se quedan cortas. Pero, regresando a la pregunta de si la adolescencia es una crisis o un duelo, era necesario ver un poco lo que se dice acerca del concepto mismo de la adolescencia y se hace imperativo tomar una posición para seguir adelante, primero, nuestra posición será la de concebir al adolescente como una persona que se encuentra en un periodo de cambios, a nivel físico, emocional, afectivo, sexual, que requiere de apoyos y recursos psicológicos y sociales para alcanzar ciertas metas tales como la elaboración de su identidad y el planeamiento y desarrollo de un proyecto de vida satisfactorio. 
No creo que la adolescencia sea ajena a las transformaciones de la pubertad, por supuesto que se pasa por ahí, pero no lo es todo, tampoco que esté desvinculada de situaciones evolutivas o del surgimiento de cierta sensatez o mal llamada madurez, o de una significación social producto de nuestro tiempo. Ni tampoco que esté desligada de situaciones críticas o dolorosas tales como las que señala Fernández (1998): rebeldía, producción y aferramiento a símbolos, el grupo de iguales, entre otros (p.45). Ni de la "crisis de identidad", creo que la adolescencia o el adolescente va más allá, estoy de acuerdo que hay crisis, entendiendo tal en sentido positivo, según el símbolo chino citado por Slaikeu (1988) como peligro y oportunidad, para quien la crisis viene a ser "el punto decisivo, sugiriendo que el cambio puede ser saludable o enfermizo, mejor o peor" (p.3) Lo que nos indica que sí hay crisis en la adolescencia, no solo para el joven, sino para todo el sistema en el que se encuentra, principalmente para la familia y para la sociedad. Esto porque la adolescencia como señala Fernández, "en tanto producción cultural, es una adolescencia que interroga explícitamente la condición de ser expresión de la cultura (en ella y por ella) [...]el cual escenifica el nacimiento del hombre". Por lo que la adolescencia es un nacimiento "diferente", en el que se definen para el hombre y la mujer ya No las condiciones de "su existencia", sino las condiciones de su vida. De ahí que Fernández (1998) afirme: "nosotros nacemos, por así decirlo, en dos fases: la una para existir y la otra para vivir" (p.47). Y es en esa construcción, en ese nacer donde encontramos a nuestros adolescentes, en crisis por que hay cambio, hay o no oportunidades de una mejor vida para ellos y ellas, de una mayor posibilidad de no repetir "el modelo" que sus padres le presentan (en especial si es negativo).
Pero ¿dónde se manifiesta el duelo? Para tratar de responder o al menos pensar sobre la pregunta, considero necesario ir al origen de la palabra, la cual proviene del verbo adolecer, de donde se origina el participio activo "adolescente". En palabras de Bercovich (1994)"el sujeto que adolece" [...]. Aunque no es posible descifrar como dice la autora, "lo que allí hay de dolor", sabemos que hay un renacer, hay un despertar sexual. El sujeto adolescente es interpelado por un reordenamiento biológico, que lo lleva a una "muerte necesaria para nacer otra vez", muerte que radica en el abandono, la renuncia al universo infantil para entrar a un mundo - otro. El sujeto es llamado a ocupar otro lugar y deberá efectuar el pasaje doloroso, de duelo. Duelo por la dimensión de pérdida y de renuncia. Para Bercovich, "el dolor del adolescente es el duelo de crecer, que no es armonioso ya que crecer es romper, y romper también es desgarrar (p. 130-135). Y para los padres, también hay un duelo, ver a los hijos crecer, aunque racionalmente sea bueno, positivo, importante, devela la condición de la pareja (si existe), que se está quedando sola, si no la hay, la madre o el padre, siente que "sus hijos se le van". Bercovich (1994:133)considera que desde la perspectiva familiar, el dejar de ser niño no es sin consecuencias para los padres. La adolescencia implica, entre otras cosas, la puesta en cuestión de las identificaciones edípicas, justamente se tratará de renovar estas identificaciones. Lo que abre una brecha generacional, una grieta que separa de manera abismal al adolescente de sus padres. La soledad del cuarto, la complicidad de los amigos, los secretos y los nuevos amoríos operan una destitución de los padres como referentes únicos. Los padres ya no son lo que eran para el niño: centro y garantía del universo. Las figuras parentales son destituidas de su lugar y dicha sustitución no es sin dolor para los padres, ya que éstos se rehúsan a abandonar el lugar del ideal. De ahí que las rupturas y enfrentamiento en el seno familiar correspondan a un doble proceso: por un lado el adolescente necesita derribar el pedestal en el que se hallan sus padres y por otro los padres se resisten a dicha destitución y lo que es peor, la destitución parental, aunque necesaria, deja al adolescente más solo que antes.
Otro elemento digno de tomar en cuenta es que el adolescente no solo cuestiona la ley en su casa, sino que cuestiona la ley escolar, ya que toda palabra, norma, regla o moral que provenga del mundo de los adultos será motivo de enfrentamiento. De ahí que el cambio de posición del adolescente en relación a la ley no es sin consecuencias en la exterioridad, no solo en la familia y en la escuela, también en el mundo, en la calle, en la cultura y en la historia. Esto porque el modo de cuestionar la ley es transgredirla. Por lo tanto ¡claro que hay duelo!, lo más difícil de aceptar es que este pasaje, aunque duela, es necesario, aunque haya crisis o la produzca, es una crisis que llevará al cambio, al crecimiento, a otra cosa. 
Es importante añadir que si bien es cierto los adolescentes y sus familias están en un proceso de reorganización y de reestructuración de sus funciones y lugares, la escuela (como institución)los está dejando solos y sin respuestas, en el mejor de los casos, esto porque como señala Bercovich (1994) "en casos peores responde con la violencia de la represión, de la inhibición, lo cual genera más violencia y torna insalvable la brecha que separa al educando del educante [...] donde el adolescente es víctima de una concepción pedagógica que por carecer de toda ética lo niega como sujeto"(p.134. Por esta razón considero importante que nosotros como futuros profesionales que vamos a trabajar con adolescentes, construyamos como anota Carballo (2002)"ambientes de enseñanza y aprendizaje [...] enfatizando la trascendencia del papel que juega la inteligencia emocional en el proceso[...] desarrollando en los jóvenes las habilidades propias de la inteligencia intrapersonal e interpersonal"; ya que estamos de acuerdo con la autora en la afirmación de que "cuando la persona se conoce a sí misma, aprende a autocontrolarse, disfruta de lo que hace y se coloca en el lugar de los otros sin dejar de ser ella o él mismo, establece relaciones de convivencia que le permiten mantener su autonomía y su autoestima y equilibra, con mayor propiedad, trabajo y amor"(p.42). 
Por lo tanto, aunque se diga que una golondrina no hace verano, el que trabajemos por nuestros (as) muchachos (as), sabiendo que están sufriendo, reconociéndolos como personas, como seres importantes y dándoles un lugar; su pasaje hacia la adultez o hacia donde vayan, no va a ser tan malo y podremos sentir la satisfacción de que hicimos algo y no fuimos otro u otra más del montón alienados y alienando a nuestro futuro, nuestros muchachos. 
BIBLIOGRAFÍA
Bercovich, S. (1994) El sujeto de la adolescencia. En Inscribir el Psicoanálisis. Año 1 Nº2 Junio - diciembre.
Carballo, S. (2002). Educación de la expresión de la sexualidad. En revista Educación. Número 26, volumen 1. Universidad de Costa Rica.
Fernández, M. (1998) La adolescencia como problema. En Tesis: La adolescencia en tanto encuentro con la muerte. Universidad de Costa Rica. 
Ley 7739: Código de la Niñez y la adolescencia. Defensoría de los Habitantes. Aprobado por la Asamblea Legislativa de la república de Costa Rica el 3 de dic. de 1997. 
Slaikeu, K. (1988) Intervención en crisis. Manual para práctica e investigación. Editorial El manual Moderno S.A. México. D.F.
3411092092