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lunes, 17 de marzo de 2014

FOBIAS (SEGUNDA PARTE)

Así, la fobia es la piedra angular de la neurosis: "es aquella contracción de neurosis que menos títulos reclama a una constitución particular y, en consonancia con ello, puede ser adquirida en la mencionada época de la vida con la mayor facilidad" (1).
Constituye, como ocurre con el complejo de castración para el pequeño Hans, una "afección" muy extendida; nadie prácticamente está exento. Cada niño pues, cada adulto, pasa por un período fóbico.
Ante esa falta de pene de la madre, donde se revela la naturaleza del falo, el sujeto puede amurallarse con una fobia. "Momento de la experiencia sin el cual ninguna consecuencia sintomática(fobia) o estructural (Penisneid), que se refiera al complejo de castración, tiene efecto" (2).
¿Cuál es su carácter esencial?
En 1959 se presenta pues como la forma más simple de la neurosis: "aquella donde podemos captar el carácter de la solución" (3). Ese momento fecundo de la neurosis donde entra en juego un objeto, el objeto fobígeno, vale decir, un significante.
¿De qué protege al sujeto? Del acercamiento del deseo. Vale decir, ante la prueba del deseo del Otro el significante comodín cumple una función de defensa.
¿Cuál es la función de la fobia?
"La verdadera función de esta neurosis está en sustituir al objeto de la angustia por un significante que provoca temor" (4).
Así, en 1969, la fobia no sería enteramente una entidad clínica sino "una encrucijada". Vale decir, "una placa giratoria" (5)
Sin embargo, las fobias a los espacios (abiertos, cerrados, etc.) y a ciertas situaciones (multitudes, calles, plazas, etc.) no terminan de ligar la angustia. "Lo que extraña en 1916 no es tanto su contenido sino su intensidad". A diferencia de las comunes, allí donde la angustia no es sin objeto, interrogan la función del objeto fobígeno en relación con la falta y con lo que la sobrepasa. Se resisten, en consecuencia, a funcionar como placa giratoria hacia los dos grandes ordenes de la neurosis.
Las modificaciones al procedimiento analítico que Freud propone tienen como referente justamente "el ejemplo de un ágora fóbico".
En 1910 esos pacientes no pueden aportar el material decisivo para la resolución de la neurosis mientras se sientan protegidos por la observancia de la condición fóbica. Vale decir, hace falta que renuncien al disp
ositivo protector y trabajen bajo las condiciones de la angustia.
En 1919 no "dominará una fobia quien aguarde hasta que el enfermo se deje mover por el análisis a resignarla: él nunca aportará al análisis el material indispensable para la solución convincente de la fobia".


Hay dos clases de fobias: una más leve y otra más grave.
Los de la primera clase desde luego sufrirán angustia cada vez que anden solos por la calle pero no por ello dejan de hacerlo.
Los de la segunda clase "se protegen de la angustia renunciando a andar solos". Hace falta, vía análisis, llevarlos a comportarse, a su vez, como fóbicos del primer grado, vale decir, "a que anden por la calle y luchen con la angustia en ese intento" (6).
Caída de la condición fóbica: momento de indefensión (Hilflosigkeit). Pero no sólo se trata de la "angustia de castración". También interesa el lugarde la angustia. Vale decir, esa operación fundante de desamparo del Otro, de cesión del objeto y de división del sujeto (7).
Desde ese lugar las fobias de la locomoción separan estructura y fantasma. En éstas, a diferencia de la histeria y de la neurosis obsesiva, no se termina de constituir el fantasma y el objeto fobígeno, diferente del de las fobias comunes, lo sustituye como puede.
Nos topamos, cuando interrogamos estas fobias graves, con el enigmático problema de saber, más acá de lo fantasmático, de dónde viene la neurosis —fóbica, histérica u obsesiva—, cuál es su motivo último, particular, allí donde el sujeto, determinado por la estructura, se diferencia del fantasma (8).


Las fobias amplían pues los límites del campo analítico y, por lo mismo, las operaciones posibles en el marco de la transferencia.

miércoles, 12 de marzo de 2014

FOBIAS primera parte

Aunque los miedos y las fobias son bastante comunes en la población general, un alto porcentaje de las personas que los padecen, no suelen buscar ayuda profesional.
Desde el punto de vista psicopatológico (observación de las causas y naturaleza de las enfermedades mentales), se debe establecer la distinción conceptual entre el `miedo' y la `fobia'.
Mientras el miedo es una perturbación angustiosa del estado de ánimo ante una amenaza concreta, conocida, externa y no originada por un conflicto, el término `fobia' se utiliza para denotar reacciones de miedo intensas acompañado de conductas evitativas hacia situaciones (reales o anticipadas) u objetos que no suelen producir daño y a los que la mayoría de las personas pueden enfrentar sin dificultades.
En el caso de la fobia, la evitación se produce porque al quedar fuera de contacto con el objeto o situación fóbica, el miedo desaparece y con él la ansiedad.
Marks (1969) señaló ciertos requisitos para conceptuar a las fobias, tales como:
·         Miedo desproporcionado en función del carácter amenazante de la situación, o sea, claramente superior al esperable dadas las circunstancias.
·         Evitación de la situación temida debido al miedo.
·         Conciencia de parte de la persona de la inexistencia de una posible explicación lógica del fenómeno, es decir, del carácter irracional del mismo.
·         Imposibilidad de controlarlas voluntariamente.
·         Causan cierto grado de sufrimiento o malestar.
Para entenderse como tales, se debe tener en cuenta la presencia en la persona de la sensación de miedo y no sólo el componente del escape, ya que aunque no se produzca la evitación propiamente dicha, el simple deseo de hacerlo o de tolerar la situación fóbica a expensas de un alto grado de malestar y ansiedad, es suficiente para hablar de una fobia.
A lo largo del tiempo, varios esfuerzos se han hecho para categorizar a las fobias. Actualmente, la Asociación Americana de Psiquiatras contempla tres formas básicas de fobias:
Actualmente los trastornos fóbicos se dividen en:

·         Fobias especificas; miedo a algo en particular. Suelen desarrollarse sobre la base de miedos infantiles.

·         Fobias sociales; miedo a estar en lugares públicos, asistir a reuniones o interactuar con otros. Suele manifestarse en la adolescencia.
·         Agorafobia: miedo a salir. Suele manifestarse en la entrada a la adultez joven.
En general, las fobias se van desarrollando gradualmente.
Si se está atravesando una situación de sobrecarga emocional, las reacciones fóbicas tienen una facilitación, el individuo se siente vulnerable y sin capacidad suficiente para afrontar determinadas situaciones con eficacia. Se comienzan a tener certezas de rendimiento negativo.
En la base de las fobias hay una distorsión en el procesamiento de la información, tanto del peligro que se debe enfrentar como de los recursos que se disponen para lograrlo.
Se organiza en torno a lo temido todo un sistema de pensamientos, creencias y certezas que es imprescindible abordar psicoterapéuticamente. La mejoría será el resultado de un trabajo conjunto de esfuerzo y colaboración entre el terapeuta y el paciente.