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martes, 24 de junio de 2014

No dormir puede Matarte

Tres ciudadanos chinos han fallecido, aparentemente, por permanecer despiertos para ver el Mundial de Brasil. ¿Es esto posible? Un experto en trastornos del sueño resuelve las dudas al respecto



Hasta tres aficionados chinos han fallecido en lo que llevamos de Mundial. La causa, según revelaban esta semana varios medios de comunicación, no ha sido otra que el hecho de haber permanecido en vela varias noches seguidas con tal de no perderse ningún partido, entre ellos, el fatídico España-Holanda. Los aficionados, de edades muy dispares —24, 51 y 39 años— no han sido, sin embargo, las primeras personas a quienes la falta de sueño les cuesta la vida, pues lo cierto es que el poblado país oriental ya ha sido escenario de tragedias similares durante los últimos Mundiales y Eurocopas.

Y es que el descanso nocturno no debe nunca tomarse a la ligera. El sueño es, recalca Estivill, «un taller de reparación, restauración y memorización, pues durante la noche reparamos y restauramos todo lo que hemos gastado durante el día para poder utilizarlo de nuevo al día siguiente». ¿Cuántas horas deberemos dormir entonces para restaurar todo lo que gastamos? En opinión de Estivill, deberemos siempre tener en cuenta que las horas de sueño varían en función de la edad. «Un niño de cinco años, que se mueve mucho, debe dormir al menos 11 horas; el adolescente, 9; el adulto, 8 y el adulto mayor —a partir de los 65 años— tendrá suficiente con 6 horas».

Si no respetamos las tan necesarias horas de descanso, es posible que, como señala el especialista, «suframos cansancio, mal humor, perdida de la concentración, irritabilidad, lentitud de respuestas cognitivas... En definitiva, signos evidentes que nos hacen saber que que tenemos una falta de sueño problemática».

También,  la falta de sueño incrementa los riesgos de sufrir algún tipo de cáncer en un futuro ya que «nuestra inmunidad es menor y somos más susceptibles a sufrir la enfermedad». Respecto a los problemas cognitivos que no descansar lo suficiente puede generar, la falta de memoria, concentración y, sobre todo, lentitud en la toma de decisiones.

En este sentido, un reciente estudio de la Escuela de Medicina de la Universidad de Pensilvania, en Estados Unidos, mostró hace algunos meses una preocupante evidencia de que la pérdida crónica de sueño puede ser más grave de lo que se pensaba hasta ahora e incluso provocar daños físicos irreversibles y la pérdida de células cerebrales.

martes, 3 de junio de 2014

EPILEPSIA

Es una enfermedad crónica del sistema nervioso, que se manifiesta por episodios bruscos y de breve duración -generalmente no más de dos minutos- de síntomas motores, sensitivos, sensoriales o psíquicos, denominados crisis epilépticas. En sentido estricto, es más exacto hablar de epilepsias en plural, ya que existen varios tipos de epilepsias dependiendo de las causas que las originan. No todas las epilepsias cursan con los mismos tipos de crisis, gravedad, opciones de tratamiento y pronóstico.

Es la expresión clínica de una alteración de la función cerebral producida por la descarga brusca y excesiva de un grupo de neuronas hiperexcitables. Las manifestaciones clínicas pueden ser variadas: motoras, sensitivas, sensoriales, vegetativas, trastorno de conciencia o psíquicas, aisladas o en diversas combinaciones. Las características de una crisis particular dependen de la localización de la descarga inicial y de la propagación de ésta a otras regiones del cerebro. No toda persona que sufre una crisis es epiléptica. Para diagnosticar de epilepsia se debe haber sufrido al menos dos crisis no provocadas. 

Las crisis agudas producidas por procesos patológicos que afectan al cerebro, como una meningitis, intoxicaciones por drogas o fármacos o traumatismo craneal grave, son manifestaciones de la enfermedad de fondo y no volverán a repetirse, a menos que quede una lesión cerebral con capacidad de producir nuevas crisis espontáneamente.


Para clasificar correctamente las crisis es imprescindible tener una descripción detallada de los eventos clínicos que las componen. El elemento de mayor ayuda, aunque difícil de conseguir por la aparición aleatoria de la mayoría de las crisis, es el registro del electroencefalograma durante la crisis, con una descripción detallada de los síntomas, y mejor aún si se combina con la grabación en vídeo del comportamiento del paciente.  Las epilepsias de probable causa genética se denominan idiopáticas. Todavía son pocos los casos en que la naturaleza genética ha quedado demostrada por la identificación del defecto genético. Las epilepsias llamadas sintomáticas son aquellas en las que se puede identificar una causa. Son las secundarias a lesiones traumáticas cerebrales, lesiones vasculares, tumorales, infecciones, atrofias, malformaciones o trastornos de la estructura de la corteza cerebral, etc.Existe un tercer grupo de epilepsias denominadas criptogénicas. En éstas se supone que debe existir una causa, pero los medios diagnósticos disponibles no son lo suficientemente sensibles para ponerla de manifiesto. 


Las epilepsias son muy frecuentes y afectan a individuos de todas las edades. Se calcula que afecta a cerca de 1 de cada 100 personas, lo que significa que en nuestro país hay una prevalencia de unos 400.000 enfermos. Las múltiples causas que pueden producir epilepsia afectan a individuos de cualquier edad, aunque es mayor la incidencia en los primeros años de la vida y en la tercera edad. Algunas causas son particularmente importantes a edades específicas. Las epilepsias de causa genética aparecen en las dos primeras épocas de la vida. Los traumatismos afectan a los niños, adolescentes y adultos jóvenes. Los tumores cerebrales pueden manifestarse como epilepsia a cualquier edad. Las enfermedades vasculares cerebralesson causa frecuente de epilepsia en la tercera edad.
  
Una premisa fundamental es que sólo deben tratarse aquellos pacientes cuyo diagnóstico esté confirmado. Todavía la enfermedad está sujeta a limitaciones y persisten en la sociedad prejuicios que dificultan al paciente epiléptico el desarrollo de una vida normal. Por otra parte, el tratamiento antiepiléptico debe darse durante un tiempo prolongado de años y no está exento de efectos adversos, por lo que debe administrarse sólo si realmente es necesario. Ante la duda es preferible revisar el diagnóstico. Para la mayoría de pacientes la mejor opción es el tratamiento farmacológico. Existen algunas formas de epilepsia que responden favorablemente a un tratamiento quirúrgico temprano, que evita largos años de ensayos infructuosos con múltiples medicamentos.

Existen numerosos (fármacos antiepilépticos con eficacia sobre los distintos tipos de crisis. La elección depende de un balance entre la máxima eficacia posible sobre las crisis del paciente y los efectos adversos de la medicación. El tratamiento debe ser controlado periódicamente y su duración va a depender de los diversos factores que pueden disminuir o aumentar el riesgo de recaída al retirar la medicación. La duración del tratamiento se establece habitualmente entre 2 y 5 años. El riesgo de recaída varía según el tipo de epilepsia. La retirada de fármacos siempre debe hacerse bajo control del especialista. En general, alrededor del 70-80 por ciento de pacientes obtienen un control satisfactorio de las crisis mientras que los restantes sufren formas de epilepsia resistentes a los fármacos antiepilépticos disponibles.

El desarrollo de las técnicas quirúrgicas ha abierto nuevas posibilidades de curación para algunos de estos casos. Hay formas de epilepsia en las que la resección del foco epileptógeno ofrece elevadas probabilidades de controlar totalmente las crisis. Se están identificando síndromes epilépticos que se caracterizan por una mala respuesta a los medicamentos, el mejor conocido es la esclerosis de la región medial del lóbulo temporal. En estos casos, la extirpación de la zona afecta ofrece posibilidades de éxito de hasta el 70 por ciento. Existen otros procedimientos quirúrgicos con fines paliativos, como la hemisferectomía o la callosotomía, aplicables a epilepsias muy graves e invalidantes. Otra opción terapéutica en epilepsias resistentes al tratamiento con fármacos es el estimulador vagal que, a través de un nervio del cuello, estimula con una corriente intermitentemente el cerebro y disminuye la tendencia a la descarga excesiva de las neuronas.




Conclusión: Me gustaría hablar sobre los efectos secundarios que producen los fármacos para combartir las epilepsias, ¿Son realmente una solución?