martes, 15 de julio de 2014

Los peligros de empujar un niño al éxito

Los niños y adolescentes están imbuidos en una cultura de la competición y el perfeccionismo. El éxito se define en relación con el estatus alcanzado, el desempeño y la apariencia física. Todos estos valores se transmiten, aunque sea de manera no intencional, y los niños los van aceptando y asumiendo como propios. 

De la misma forma, los adultos nos dejamos envolver por esta concepción y nos mostramos decepcionados cuando el niño no obtiene una buena calificación o se muestra demasiado tímido. Así los empujamos a cumplir con nuestras expectativas, incluso siendo conscientes de que una buena calificación no es garantía de éxito. 


Las capacidades que conducen al verdadero éxito


El éxito no está directamente vinculado a la inteligencia, al menos la inteligencia matemática y racional. Numerosos estudios han demostrado que el éxito depende más de cualidades como el optimismo, la curiosidad, la autoconfianza y la habilidad para manejar los obstáculos. ¿Cómo se desarrollan estas capacidades?

A través de un apego seguro, en el seno del hogar, cuando los niños se sienten protegidos y amados. Estas cualidades se potencian pasando tiempo de calidad con los hijos, estando plenamente presentes y mostrándonos responsables e interesados por sus problemas y motivaciones. 


¿Por qué presionar a los niños es un arma de doble filo?


Aunque pueda parecer un contrasentido, la vigilancia excesiva de los padres sobre sus hijos, sobre todo en lo que respecta a las calificaciones escolares, tiene un efecto negativo en su desarrollo psicológico y escolar. Cuando los padres invierten en los resultados más que en el esfuerzo, los niños se interesan menos por desarrollar sus capacidades y pierden la motivación intrínseca hacia el estudio porque comienzan a comprender que lo que cuentan son los resultados finales, no el camino que ha seguido.

Por otra parte, poner el listón demasiado alto, tener expectativas muy elevadas sobre su desempeño, a menudo causa miedo. Los niños entienden que sobre sus espaldas descansan nuestras expectativas y empiezan a tener miedo al fracaso, lo cual se convierte en un obstáculo para su desarrollo. Este nivel de estrés no es beneficioso para el desarrollo infantil porque inhibe su curiosidad, lacera su autoestima y propicia que mientan para escapar a sus responsabilidades.

Recuerda que bajo presión, la mayoría de los niños son obedientes y pueden llegar a alcanzar los resultados que les pides pero, a la larga, cohibirás su pensamiento autónomo y todas aquellas habilidades que le pueden conducir al éxito real. Si no le das el espacio para encontrar su propio camino porque le colmas de expectativas, el niño no podrá tomar sus propias decisiones, experimentar y desarrollar su identidad.


El mayor riesgo: La necesidad de esconder las emociones


Una de las consecuencias más graves de las expectativas desmesuradas sobre los hijos radica en que estos tienden a esconder sus sentimientos y problemas. Como son conscientes de que se espera que se comporten de determinada manera, prefieren esconder sus emociones porque les avergüenza no encajar en el rol esperado, así que prefieren interpretar el papel que se espera de ellos. 

Obviamente, esto genera numerosos conflictos y hace que el niño desarrolle una personalidad muy frágil o, al contrario, que en la adolescencia busque refugio en conductas autolesivas o en el abuso de sustancias. Es el típico caso de los padres que piensan que su hijo es feliz tan solo porque obtiene buenas calificaciones en el colegio sin pensar que el rendimiento académico no siempre va a la par del éxito en las relaciones sociales, que a menudo son mucho más importantes para los niños y adolescentes. 

Cuando no le enseñamos a los niños a expresar sus sentimientos, estos se van enquistando y provocan daño, generan frustración y un gran vacío emocional.


¿Qué debes hacer?


- Motiva a tu hijo a tomar sus propias decisiones y enséñale a pensar en sus consecuencias

- Pon límites pero solo en aquellas actividades que sean realmente peligrosas

- Enfatiza en el esfuerzo y no en los resultados

- Acepta y estimula sus opiniones, aunque sean contrarias a las tuyas

- Castiga los comportamientos, no a la persona

- Enséñale a expresar sus emociones de manera asertiva

- Haz que se sienta aceptado y querido, no a pesar de lo que es sino precisamente por lo que es
Fuentes:
Tough, P. (2012). How children succeed. New York, NY: Houghton Mifflin Harcourt Publishing Company.
Levine, M. (2006) The price of privilege. New York, NY: HarperCollins Publishers.

lunes, 14 de julio de 2014

8 beneficios físicos y espirituales de tener sexo a diario

1. Disminuye tus probabilidades de desarrollar cáncer
Eyacular con frecuencia podría ser el secreto de una próstata saludable. Un estudio en Australia afirmó que un hombre que eyacula 21 veces al mes es menos propenso a desarrollar cáncer de próstata; otros estudios afirman que el sexo en general reduce el cáncer de próstata.
2. Fortalece los músculos pélvicos
Los grupos musculares utilizados en el acto sexual requieren su propia rutina de ejercicio. Los ejercicios de Kegel son una estafa en potencia, o una gran idea. En todo caso, el piso pélvico no es la única zona que se refuerza y tonifica con el sexo: los cuadríceps, el abdomen y la espalda alta también reciben lo suyo. ¿Sabías que el sexo también previene problemas de la vesícula biliar y la función intestinal?
3. Semen retentum venenum est
La eyaculación no sólo es una de las cosas más felices que pueden sucederle a un hombre, sino una de las mejores que pueden ocurrirle a su pene: eyacular limpia los conductos deferentes y los mantiene en buen estado a medida que envejece, protegiéndote del cáncer de próstata. Por supuesto, eyacular en exceso podría acarrear su propia caterva de problemas, como dolor en dichos conductos o ardor general.
4. Ayuda a conciliar el sueño
Como en una sesión de ejercicio aeróbico, el sexo te deja listo para un descanso reparador. Todos sabemos que masturbarse es casi tan bueno como un somnífero (sin los efectos secundarios) y, si ya estás cansado por el trasiego del día, la cereza del final (el clímax) puede ser un buen orgasmo.
5. Regulariza los ciclos menstruales
El estrés puede retrasar el ciclo menstrual de una mujer. Además de que el sexo reduce el estrés y libera oxitocina, también regula los cambios hormonales, volviendo los ciclos menstruales más regulares. Por otro lado, las píldoras anticonceptivas pueden hacer que tu ciclo sea errático nuevamente (tristes paradojas).
6. Previene la disfunción eréctil
50% de los hombres mayores de 40 años sufren de alguna forma de disfunción eréctil, y todo hombre joven teme ese momento, debido a la programación hipersexualizada del porno, los medios y la cultura pop en general. Sin embargo, como si se tratara de magia simpatética, la cura contra la impotencia es tener sexo. La irrigación constante de sangre mantiene las arterias del pene en buen estado durante más tiempo. Algunos médicos comparan la erección con un reflejo deportivo: mientras más practiques, mejor te vuelves (bonus track: la sensibilidad del clítoris de las mujeres mejora con el tiempo).
7. Podría salvarte la vida
Algunos factores que suman años a tu calidad de vida se centran en tu función cardíaca y tu estado físico, pero sobre todo en el nivel de felicidad percibida; sin embargo, según un estudio del British Medical Journal, los hombres sexualmente activos viven hasta dos meses más que los que rara vez tienen sexo.
8. Semen de calidad
Si quieres ser padre, probablemente sepas que las drogas y el alcohol no serán buenos para tus pequeños nadadores; sin embargo, la producción de esperma mejora mucho si tienes sexo con regularidad, pues el semen que se queda demasiado tiempo en los testículos puede dañarse.

sábado, 12 de julio de 2014

El mecanismo de los celos


Los celos son el sentimiento involuntario y universal de temor ante la posibilidad de perder a la persona querida. Los celos son involuntarios pero se pueden controlar.

Hay dos tipos de celos, los leves y los graves. Solo los graves son los que se deben controlar ya que de no hacerlo acaban con la relación, mientras que los leves fortalecen la pareja y aumenta la complicidad entre ambos (es muy importante distinguirlos bien ya que las manifestaciones más intensas de los celos se han de tratar).

Para saber cómo controlar las manifestaciones de celos más graves hay que entender su origen. Las manifestaciones de celos aparecen en momentos puntuales debido a ciertos detonantes pero las personas que los sufren tienen predisposición innata a sentirlos.


Esta predisposición depende de:

  • Baja autoestima: Las personas con baja autoestima no son capaces de pensar que su pareja está enamorada de ellos. Piensan que no son lo suficientemente buenos como para gustar a sus parejas. Debido a esta inseguridad comienzan a ver mentiras y traiciones donde no las hay. Esto provoca que no sepan valorar cualquier gesto cariñoso de su pareja y que lo interpreten como si hubiera un motivo oculto (por ejemplo recibir un regalo y pensar que tu pareja se siente culpable porque tiene un amante). Los celos son justamente el miedo a la pérdida, por lo tanto cuanto menos te valores menos entenderás que tu pareja se enamore de ti.

  •  La sociedad y el momento histórico. En una sociedad machista los hombres por lo general están más predispuestos a sentir celos.

  •  Las experiencias anteriores del sujeto (por ejemplo si su padre era celoso o si su pareja anterior le fue infiel). Estas experiencias marcan a las personas y las hace estar más predispuestas a sentir celos. Estas experiencias afectan a tu carácter y a tu personalidad sobre todo si ocurrieron en tu infancia (padre o madre celosos).

  •  Presión grupal. En la sociedad se alimenta la idea de que debemos de buscar una relación perfecta. Si nos preocupa la imagen que proyectamos ante nuestros amigos estaremos más atentos a los gestos de nuestra pareja.

El detonante

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Es el momento puntual que provoca el ataque de celos, es la situación concreta que genera los celos. El detonante depende de la predisposición del sujeto a la hora de sentir celos. Si su predisposición es muy baja el detonante debe ser muy evidente para que la persona se sienta celosa. Sin embargo si el sujeto tiene una predisposición muyalta el detonante puede ser incluso la situación más insignificante.

También depende de la cultura y el momento histórico ya que unos mismos gestos pueden ser interpretados de una manera distinta en diferentes culturas.

Para que aparezcan los celos aparte de existir una predisposición, es necesario un detonante que los haga aparecer. El detonante dependerá del nivel de predisposición, cuanto mayor sea este nivel, más probabilidades habrá de que cualquier situación se convierta en un detonante.

Esta idea se ve mucho mejor a través de un ejemplo:

Te encuentras en tu sitio favorito dando un paseo con tu pareja, de repente os apetece compartir un helado y vas a comprarlo. Hay mucha gente haciendo cola y tardas más de lo previsto.

Vuelves con tu pareja y ahora hay dos posibilidades:

  • Tu pareja te recibe cariñosamente y os coméis el helado.

  • Tu pareja se enfada y te comienza a preguntar por qué has tardado tanto. A pesar de tus explicaciones no te cree y comienzan los celos.

Lo que cambia dentro de ambas posibilidades es la predisposición ante un mismo detonante (tardanza en volver con el helado). En el primer caso su predisposición a los celos es baja y reducida por lo que no aparecen los celos.

Pero en el segundo caso la predisposición de tu pareja es alta, por esta razón sí que aparecerán los celos.

Los efectos que producen los celos son:

  • Deterioro de la relación. No solo por el hecho de que la pareja del celoso se canse de la situación sino también porque el propio celoso no se siente feliz en la relación.

  • Aumenta la predisposición a tener celos en futuras relaciones. De forma que las futuras relaciones de ambos miembros de la pareja se verán resentidas. El nivel de este deterioro se explica por la predisposición formada a raíz de la relación que acaba de finalizar.

Autor: Daniel Cuervo.



Una solución espiritual para el alcoholismo

Daniel Radcliffe, protagonista de “Harry Potter”, comentó sobre su adicción al alcohol en una entrevista con el canal Sky Arts: “Salí beneficiado al dejar de beber, no me hacía feliz como yo quería”.

Según reveló el actor de 24 años, empezó a beber alcohol para enfrentarse a las presiones que genera la fama y por su miedo a fracasar. “Tenía miedo de no conseguir otros papeles después de protagonizar las películas de Harry Potter. No es una presión real, pero era una presión vivir pensándolo”, aseguró.

Hay personas que beben porque sienten la necesidad de evadirse de sus problemas y creen que pueden encontrar refugio en el alcohol. En algunos casos, beben en exceso para sobrellevar estados emocionales de angustia, baja autoestima, miedo al fracaso o soledad. Pero no se dan cuenta que el alcohol potencia la agresividad.

Muchas investigaciones se han centrado con el objetivo de diseccionar estos motivos. Según los licenciados en Psicología, Beatriz Corbí Gran y Miguel Ángel Pérez Nieto “al ver diferencias en la investigación con otros estudios donde hay un mayor porcentaje de adolescentes consumidores de alcohol, los hizo reflexionar sobre las diferencias no sólo personales y familiares, sino también socio-ambientales de los participantes. Las diversas actividades de ocio donde se ofrecen muchas actividades lúdicas, deportivas, etc., aumentan los factores de protección ante el consumo de alcohol, facilitando también el éxito de los programas preventivos o reflejando sus resultados”.

Actualmente es grande la influencia de la publicidad de bebidas alcohólicas que se desarrolla en España. La presión social y la comunicación a favor del consumo del alcohol promueven el conocimiento del producto y la idea de que su consumo sea normal. Esto es un foco de propagación que incita a las personas a consumir cada vez más alcohol.

¿Cómo se puede revertir ésta adicción?

Hay varias maneras disponibles para abordar el tratamiento de los problemas con el alcohol, incluso grupos de apoyo, terapias psicológicas, etc., pero el cambio sólo ocurre cuando existe el deseo interno de liberarse de este flagelo, de reconocer la adicción como un desorden y de aceptar la ayuda de amigos, de familiares, y principalmente de la Mente infinita, creadora de todo lo que es bueno.

Desarrollar acciones en la familia caracterizadas por cualidades espirituales como la paciencia, la compasión y el amor son extremamente importantes y colaboran en el proceso de recuperación del alcohólico. Pero los que no tienen el apoyo familiar y de amigos pueden recurrir a una solución espiritual y encontrar una respuesta sanadora para vencer éste hábito.

Mary Baker Eddy fue una escritora y pensadora del siglo XIX, que por un tiempo apoyó el Movimiento de Sobriedad (Temperance Movement). Tal movimiento promovía el consumo moderado de bebidas alcohólicas o la completa abstinencia. Eddy escribió: “Todo cuanto embriaga al hombre, lo atonta y hace que degenere física y moralmente” (Escritos Misceláneos).

El alcoholismo no conduce a la satisfacción o alegría verdaderas y permanentes, porque todo tipo de adicción causa engaño, dependencia y sufrimiento, tanto personal y familiar como social, además de provocar en el bebedor un falso estado de bienestar. La alegría y la satisfacción son cualidades espirituales y son alcanzadas en la medida que conocemos al Amor divino y lo experimentamos en nuestra consciencia. Conozco a muchas personas que no consumen ningún tipo de alcohol y se divierten muy naturalmente en fiestas, además de expresar alegría constantemente.

Cuanto más uno se identifica con lo espiritual, más desea conocer el verdadero significado de la vida y su rol en ella.

Esos pequeños pasos ayudan a todos los que quieran encontrar la liberación del alcohol y la satisfacción verdadera y permanente. ¿No quieres probarlos?   


María Damiani escribe acerca de la salud y el bienestar desde una perspectiva espiritual y es Comité de Publicación de la Ciencia Cristiana en España. 

Email: spain@compub.org Twitter: @compubespana 

viernes, 11 de julio de 2014

El Dolor y la Resiliencia


El dolor es una experiencia por la que tenemos que atravesar en muchas ocasiones, y, es en ese sentido en el que se convierte en algo inevitable. Si sufres la pérdida de un ser querido, una decepción, una frustración, lo que viene a continuación es dolor, rabia, impotencia, negación de lo ocurrido, rechazo; a veces, el dolor es tan fuerte que se llega a perder la consciencia por unos minutos, otras es excesivo, supera la fortaleza psíquica de la persona y le conduce una falta de contacto con la realidad, por ejemplo, negando lo ocurrido, viviendo como si no hubiese sucedido nada. Sin embargo, en la mayor parte de las ocasiones, la vivencia del dolor es algo muy positivo pues nos conduce a utilizar la resiliencia. 





¿Y qué es la resiliencia? 

La resiliencia o personalidad resistente es la capacidad para sobreponerse a períodos de dolor emocional y traumas. Se dice que una persona tiene una resiliencia adecuada cuando es capaz de desarrollar recursos de los que ya disponía previamente pero que hasta ese momento le eran totalmente desconocidos, consiguiendo encajar la situación traumática o dolorosa y seguir viviendo y proyectándose en el futuro con mayor fortaleza psíquica y emocional.


¿Cómo definimos la personalidad resistente?

Kobasa y Maddi (1972), fueron los primeros autores que utilizaron este concepto y con él hacían referencia a la idea de protección frente a las situaciones estresoras. Las personas con personalidad resistente son aquellas que ante acontecimientos vitales negativos ponen de manifiesto unas características de personalidad que les protegen.

Las personas resistentes poseen un gran sentido del compromiso, una fuerte sensación de control sobre los acontecimientos y están más abiertos a los cambios en la vida, al mismo tiempo que conciben las experiencias estresantes y dolorosas como una parte más de la existencia.



En esencia, los componentes principales de la personalidad resistente son tres:compromiso, control y reto.



Ser resiliente consiste en utilizar tus habilidades para resurgir de la adversidad, resistir el sufrimiento desarrollando tus capacidades, aceptando lo que te sucede, comprometiéndote e implicándote en en el proceso de resolución de esa situación traumática y siendo capaz de proyectarte en un futuro mejor.



martes, 8 de julio de 2014

Vencer la ansiedad

Conducir, hablar en público, relacionarse con un grupo de personas conocidas, apuntarse a un curso de formación interesantísimo, ir al médico, salir de compras, educar a los hijos, presentarse a un examen, ligar, estar a gusto en una sobremesa con amigos, ver una película en el cine, montar en metro o tranvía, salir a correr o hacer un viaje de ocio. Se trata de situaciones cotidianas, en las que podría disfrutar y aprender, pero que se convierten en un auténtico reto, incluso martirio, para las personas que sufren ansiedad.


Algunos de los síntomas que acompañan a la persona son sensación de ahogo, asfixia, palpitaciones, sudoración, tensión muscular, sequedad de boca, bloqueos mentales, sensación de irrealidad, estado de confusión, olvida palabras o incluso pierde el hilo de la conversación, le cuesta conciliar el sueño, le invade la apatía y tiene hasta ganas de llorar. Su cabeza es como una lavadora centrifugando. Una idea tras otra, los pensamientos se repiten, se agolpan, le cuestionan, le previenen, le amenazan, le hacen sentir que es una piltrafa y que no es capaz de coger el control de su vida. ¡Basta!
Respire, tómese un momento de calma, y lea a continuación cómo ganarle el partido a la ansiedad. Aplicando los siguientes consejos, aprenderá a ponerla en el sitio que le corresponde. Usted puede elegir los pensamientos y las emociones que le convertirán en alguien con recursos. No sea una marioneta de sus emociones. Tiene capacidad para elegir y participar activamente en su vida.
Cambie el foco de atención. Sus síntomas no son los protagonistas, el protagonista es usted. Llega un momento en el que parece el famoso miedo al miedo: solo está pendiente de cómo se comporta su cuerpo, de ver la intensidad con la que se manifiestan sus síntomas de ansiedad y cómo condicionan su vida. Se autochequea, escanea, comprueba sus constantes vitales para decidir si es apto o no para enfrentarse a según qué situaciones. Todo su mundo gira en torno a lo que le ocurre por dentro. Cuanto más centre la atención en lo que no desea que ocurra, más aumenta la probabilidad de que pase. ¿Por qué? Porque le está dando instrucciones al cerebro para que esté pendiente de cualquier señal de alerta. Ha convertido en amenaza señales que no lo son. Su mente ahora está entrenada para buscar palpitaciones, sudoración, ojeras y agobios. Y cuando los detecta, le advierte diciéndole ¡peligro! La señal va rápida al sistema nervioso simpático, y éste se acelera pensando que tiene que protegerle de la fiera. Se prepara para que salga corriendo o luche. Y como nadie lucha con ferocidad estando en estado de calma, le activa en todos los sentidos. El corazón late con vigor, sus músculos se tensan, empieza a sudar y respirar de forma agitada. ¡Ya está!, listo para el combate. Su respuesta es la lógica. Lo que no es lógico es que su mundo sea tan amenazante. Necesita dejar de escanearse.
Háblese en otro idioma. El tipo de vocabulario que más utiliza una persona ansiosa para expresarse es algo así como “tengo miedo, estoy agobiado, no puedo, y si…, no estoy preparado, en otro momento, tengo temblor, no podré, lo estoy pasando fatal” y un sinfín de expresiones tendentes al catastrofismo y con las que se siente inseguro e incapaz.
La manera que tiene de pensar y expresarse condiciona sus emociones y su comportamiento. Si expresa que hay amenazas, su sistema nervioso se activa y desencadena la respuesta de ansiedad. Así de fácil. Es la tercera ley de Newton: acción-reacción. Necesita hablarse a sí mismo en otros términos. Lleva tanto tiempo anticipando el fracaso y el peligro, que carece de expresiones y vocabulario adecuado para afrontar las situaciones.
Consejo: ¿quién elige los pensamientos que invaden su mente? Nadie más que usted. Ahora está acostumbrado a relacionarse con un estilo cognitivo tremendista. Pero puede sustituirlo por otro que le permita contemplar el mundo sin ese carácter amenazante. Para modificarlo, tendrá que escribir… Ante la situación temida, anote cómo le gustaría enfrentarse a ella y los pensamientos que le podrían ayudar. No evite pensar en ella, solo acéptela. No es peligrosa, solo algo incómoda.



lunes, 7 de julio de 2014

Falta de deseo sexual: por qué ellas le huyen a la intimidad




 La libido femenina es frágil ante los cambios y ante diferentes circunstancias y es por eso que muchas mujeres buscan ayuda en momentos puntuales de su vida. Un estudio al respecto realizado por la Universidad de California reveló que las mujeres envejecen mejor y alargan su vida si tienen una vida sexual activa y satisfactoria. También los psicólogos, sexólogos y profesionales de lasalud aseguran que los beneficios de una vida sexualactiva son innumerables (entre otros, está el control del peso). El disfrute sexual en la mujer ayuda a dormir mejor y a luchar contra el estrés. 
Hay mujeres que cuándo baja su libido, el sexo simplemente deja de existir. No lo echan de menos, sin embargo, psicológicamente sí lo están necesitando y si tienen pareja, esa falta de deseo sexual y la falta de caricias y de actividad íntima los va alejando. Es entonces, cuando la mujer suele tomar cartas en el asunto, buscando soluciones para elevar sulibido y volver a ser como era. La buena noticia es que generalmente, la libido vuelve, aunque a veces haya que tomar algún suplemento (potenciador sexual femenino), que los hay muy efectivos hoy en día.

¿Qué influye en la pérdida de la libido femenina?

Los factores que influyen en el apetito sexual femenino son muchos. Vamos a enumerar algunos de dichos factores:

Sobrepeso

Las células grasas cambian el equilibrio de las hormonas sexuales del cuerpo de la mujer. Aunque el sobrepeso no sea un factor determinante y lo podemos ver en muchas mujeres que a pesar de tener sobrepeso, tienen una vida sexual satisfactoria. El exceso de peso afecta principalmente cuando se ve mermada la autoestima. Si una mujer no está conforme consigo misma, negativiza el concepto que tienen de su cuerpo y eso se refleja en su libido.

Estilos de vida poco saludables

Ejercicio y estar en buena forma física y mental son una de las mejores fórmulas para tener la libido en buenas condiciones y por ende, una vida sexualPotenciadores sexuales plena. Lo mismo ocurre con las personas que no fuman, que no beben y que se sienten saludables.

Anticonceptivos

Los anticonceptivos afectan al deseo sexual de las mujeres por una ingesta de'antibabies' se desequilibra el sistema hormonal natural del cuerpo. Hay que tomar en cuenta que los anticonceptivos producen tipos de hormonas que limitan a otras y las vuelve ‘inactivas’ con el fin de que no se llegue a buen término con el ciclo de la procreación. Eso hace que muchas mujeres literalmente se ‘apaguen’ en su libido.

Cansancio físico, falta de sueño o fatiga

El cansancio físico afecta en todo aspecto de la vida, incluso en las relaciones sociales y sexuales. Prueba de ello, es que la mayor parte de las relaciones sexuales de una pareja, se producen en fines de semana, cuándo las ocupaciones diarias no les están abrumando. Ocurre lo mismo cuándo hay insomnio, cuándo hay falta de ocio, o hay alguna enfermedad que limita las energías.

Deseo sexual femeninoDar a luz un bebé

Las mujeres que acaban de tener un hijo generalmentepierden la libido. La prolactina hace que el deseo sexual baje. La prolactina es la hormona que se produce durante el período de lactancia. La vida sexual de una mujer que ha dado a luz se ve apagada debido a los cambios hormonales, la falta de sueño y también, porque la pareja suele distanciarse debido a las mismas tareas que representa cuidar del bebé.

Ingesta de medicamentos

Hay medicamentos que afectan directamente a la libido. Algunos de estos son los antidepresivos. Este tipo de drogas activan un neurotransmisor que se llama serotonina, el cual inhibe el deseo sexual (tanto en hombres, como en mujeres). Estos medicamentos son bastante efectivos en tratar la eyaculación precoz. Otros medicamentos que bajan la libido son los que algunas drogas narcóticas e incluso algunas que son ilegales (como la cocaína), etc.

Problemas personales en la pareja

La falta de confianza, los celos, la falta de comunicación, pueden afectar la libido. Cualquier debilidad psicológica en la pareja puede verse reflejado en el deseo sexual femenino, ya que lalibido de la mujer es mucho más susceptible a los factores psicológicos, que la libido masculina.
La situación emocional es un círculo vicioso que se cierra en la cama. Si no se está a gusto, seguramente baja el interés de una de las dos partes, afectando necesariamente al otro. Si no hay ganas, no hay ternura, si no hay ternura, hay alejamiento, si hay alejamiento, no hay apetito sexual.

Dolores crónicos

“Me duele la cabeza”, “tengo jaqueca” “tengo un terrible dolor de espaldas”… esto no siempre son excusas para no estar dispuesta. Generalmente esFalta de deseo sexual verdad y muchas veces, aun teniendo dolores, se tienen ganas, pero ni el deseo, ni las respuestas sexuales tienen la misma intensidad. El mismo dolor llega a ser una fuente de distracción, acabando con el deseo.

Estrés y cambios importantes

Cambios de la vida como perder el trabajo, tener un hijo, cambiarse de casa o de ciudad, trabajos estresantes o eventos emocionantes, pueden hacer que se pierda la libido. El interés sexual también puede ser sustituido por una gran ilusión o un plan vehemente. El estrés en general quizás genere alguno de los problemas que hemos mencionado anteriormente: falta de sueño, desconcentración, ganar peso, empezar a fumar, etc. Factores todos que afectan a la libido.




sábado, 5 de julio de 2014

Agorafobia


El miedo a salir de casa es uno de los síntomas de los altos niveles de ansiedad, también conocido como agorafobia.  La agorafobia se presenta cuando tienes ataques de pánico, y por lo mismo, se genera el miedo a estar fuera de casa. Aquí te presento algunas ideas para ir disminuyendo.


La agorafobia normalmente va en incremento, empieza como una pequeña idea de que cuando sales te sientes mal y poco a poco, mientras más lo vas evitando, más miedo te va dando y menos vas saliendo de casa, reforzando cada vez más la creencia equivocada de que estar en casa es seguro y salir es peligroso.

El ciclo vicioso consta básicamente de lo siguiente:
Salgo de casa, me siento mal, llegan síntomas extraños, regreso a casa pensando ¿qué me pasó?, llego a la conclusión de que me sentí mal por estar fuera y que en casa me siento bien, la próxima vez que salgo lo hago con cierto temor y con ideas anticipatorias de “ojalá no me sienta mal otra vez”, como ya vas nervioso, sales y te empiezas a sentir mal otra vez, reforzando la creencia de que salir es peligroso.

Regresas a casa y la evitación a salir aumenta, aumentando tu nervio la próxima vez que tienes que salir y aumentando los síntomas extraños cuando sales.

Al hacer esto, dejas de hacer las actividades que realizas, te alejas de las personas que te traen al presente, y aumenta la obsesión sobre la idea y sobre tu ansiedad, haciendo que baje tu motivación, empieces a deprimirte y refuerces la creencia de que no puedes y no debes salir de casa.
De esta forma, es un ciclo vicioso en aumento, y todo empezó por creer que estar fuera era la causante de que te sintieras mal.

El cerebro tiene un pegamento interno
Esto significa que cuando saliste de casa aquella vez y te sentiste mal, con síntomas extraños como el mareo, sudoración y taquicardia, tu cerebro sacó un pritt y pegó la circunstancia o lugar en donde estabas junto con ese episodio tan horrible.  Entonces, si te pasó en la calle, llegó a la conclusión de que salir te genera ansiedad, y que lo mejor será evitarlo.
Llegas a la conclusión equivocada de que estar fuera de tu casa es la causa principal de sentirte mal, y esto no es verdad, tan sólo fue que al salir se te activó mucho más tu sistema de alerta y de alarma y tu cuerpo ya no pudo soportar más estar así, pero eso te puede suceder en cualquier situación en la que te sientas en riesgo.
De la misma forma te puede pasar que si la primera vez que te dio un ataque de pánico fue un día que comiste palomitas, llegas a la conclusión de que las palomitas te caen mal.
La otra conclusión equivocada que la mayoría de las personas con ansiedad llegan, es que la noche les genera ansiedad, pues es ahí cuando peor se sienten, pero no es por la noche, es por lo que la noche les hace sentir.
La noche, la calle, los demás, la comida… todo eso es inofensivo, lo que te genera ansiedad es cómo estás interpretando todo eso.


Crees que estar sólo es peligroso
Como realmente crees que si te da un episodio de ansiedad o ataque de pánico estás en peligro, y que realmente te puede dar un ataque al corazón o puedes perder el control de la situación, entonces prefieres estar siempre acompañado.
Te da miedo estar sólo porque piensas “¿y si me pasa algo?”.  Por eso evitas salir de casa sólo, pues crees que se aumenta el peligro. Sólo, rodeado de gente extraña, expuesto a los peligros de la ciudad… seguro me voy a sentir mal o algo malo me pasará.

Necesitas regresar a tu cueva segura
Como la ansiedad es el extremo de sentirte inseguro y en riesgo, es casi instintivo que quieras regresar a la panza de tu mamá, o a la protección de la cueva de tu papá.  Quieres regresar emocionalmente a ese lugar donde no existían preocupaciones y te sentías cuidado por tu papá o tu mamá.
Salir a la calle tu sólo es la expresión máxima de libertad y autonomía, y el que no quieras hacerlo, significa que estás queriendo sentirte seguro y protegido por tu cueva materna.  Si pudieras, regresarías a su panza y te instalarías ahí, estaría rico ¿cierto?

Las noticas no ayudan
Además de que internamente te sientes en peligro y en riesgo, las noticias y la violencia en la sociedad no ayudan.  El problema es que las noticias no son realmente noticias, son un filtro de todas las cosas que suceden en el día, y ese filtro nada más te muestra lo preocupante o negativo.
Al ver una realidad externa de gente en peligro y sufriendo, llegas a la conclusión de nuevo equivocada, de que eso te puede suceder a ti, y que por eso mejor no hay que salir.  Es como si todos los delincuentes estuvieran enfocados nada más en ti, y como si estuvieras rodeado de gente con malas intenciones, cuando la realidad es al revés, ellos son los menos, y tu estás rodeado de muchas personas más.



viernes, 4 de julio de 2014

PADRES TÓXICOS, ¿TE CUESTA FELICITAR A TU PADRE?

Son muchas las personas que sufren tras haber vivido toda su infancia y juventud buscando a un padre del que no llegó a disfrutar porque le abandonó antes de su nacimiento.
Son muchas las personas que sufren porque su padre le maltrataba insultándole, pegándole, haciendole chantaje emocional, manipulándole para conseguir que hiciese lo que él deseaba.
Son muchas las personas que sufren por la frialdad de los gestos percibidos en sus padres, por esa contínua falta de atención que, en realidad es una señal de falta de amor, y se intenta camuflar bajo la excusa del trabajo, de la necesidad de traer dinero a casa para mantener la familia.

Los padres tóxicos, así llamados por la psicóloga estadounidense Susan Forward, existen, aunque nos pese; aunque nos parezca totalmente increíble y contranatura, hay padres egoistas, narcisistas, que sólo piensan en ellos mismos, que incluso envidian los logros de sus propios hijos e intentan ningunearles, rebajarles, humillarles minimizando sus éxitos, con tal de quedar ellos siempre por encima.

Hay padres que abusan psicológica y sexualmente de sus hijos e hijas, que los utilizan sólo para alcanzar sus fines.

Hay padres que machacan a sus hijos imponiéndoles un ritmo de estudio que ellos no desean o para el que no están preparados o capacitados. Anteponen la satisfacción de su necesidad de sentirse superiores a los demás a través de la proyección exitosa de sus hijos. Necesitan que el hijo o la hija triunfen para sentirse ellos ganadores. Tienen que ser números uno en la escuela, en el fútbol, en la universidad. Tienen que ser mejores que sus primos, que sus amigos, que sus compañeros de clase.


Hay padres que destrozan la vida a sus hijos y a los que, sin embargo, sus descendientes adoran. ¿Cómo es posible?
Es tanta la necesidad de amor que uno prefiere tener un mal padre a no tenerlo, es tanta la necesidad de aceptación y reconocimiento que uno vuelve al hogar una y otra vez, con 30, con 40, con 50 años con el anhelo de encontrar al fin a ese padre que nunca tuvo.


En la consulta, cuando trabajo, me encuentro ante personas incapaces de hablar mal de sus progenitores. Ante mis preguntas acerca del entorno familiar y de las relaciones existentes, las respuestas iniciales surgen rápidas, escuetas y contundentes: no hay ningún problema, todo bien. Pero, tras unas cuantas sesiones de terapia, el nivel de censura desciende, aumenta la confianza, el cliente se relaja y la verdad o su verdad comienza a aflorar. Las lágrimas no se hacen esperar, es duro extraer los recuerdos, las experiencias de dolor, la frustración ante la imposibilidad de concebir o comprender que un padre trate así a su hijo, incluso la rabia, es difícil exteriorizar la rabia contra una figura que se supone debe ser encarnada en una persona que te ama y cuyo principal objetivo en la vida es cuidar a sus descendientes.

Por supuesto, surgen también los sentimientos de culpa: ¿Cómo es posible hablar mal de tu padre a un extraño, sin sentirte mal?
Uno no se siente con el derecho a sentir odio hacia la figura paterna, prefiere dirigirlo contra sí mismo, apareciendo así las consecuencias de esta vuelta contra uno: depresión, crisis de angustia, obsesiones, autolesiones, ideas o  intentos de suicidio.


Es cierto, que los padres arrastran su propio dolor, sus historias de vida, seguramente nada fáciles. Podríamos asegurar antes de escuchar el relato de nuestro cliente que su padre fue un niño maltratado física o psicológicamente que vivió asustado, sumiso, obedeciendo con temor (no con respeto) todas las demandas paternas. Las historias se repiten. El ser humano aprende por modelado, hacemos lo que vemos, realizamos conductas, utilizamos expresiones que escuchamos por vez primera a nuestros padres. Es por ello, que aunque, a veces, como padres intentemos rebelarnos contra esa forma de comportarnos, aunque deseemos hacerlo mejor con nuestros hijos, de una forma más sana y constructiva de la que lo hicieron nuestros padres con nosotros, repitamos conductas inapropiadas, dañinas hacia esos niños que hemos traído al mundo con tanto amor.



Hoy, quizás no desees felicitar a tu padre, no te culpes por ello. Respeta tu necesidad de poner distancia física o emocional con tus progenitores. Quizás, un día puedas perdonarles, y desde el perdón y el amor establecer una nueva y distinta relación con ellos, en la que tú seas el que dirija, exprese y ponga por delante sus necesidades y sus deseos. Quizás, aunque los perdones, no sea sano volver a contactar con ellos, concédete permiso para esa ausencia de relación con aquellos que te trajeron al mundo y no supieron o pudieron estar a la altura de sus responsabilidades, de sus compromisos, de establecer esos lazos afectivos positivos contigo.

Si, por el contrario, estás orgulloso de tu padre, dale ese abrazo que se merece como reconocimiento a ese amor que, día tras día y salvando las circunstancias que nos limitan o nos plantean dificultades y obstáculos en el camino, te ha ido dando y enriqueciendo, ayudándote a crecer a lo largo de tu vida.