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miércoles, 16 de julio de 2014

mejorar la autoestima con coaching

Por Mar Carrascosa, directora académica EEC Madrid

-Te juzgarás a ti mismo – le respondió el Rey.
-Es lo más difícil. Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que a los demás. Si logras juzgarte bien a ti mismo eres un verdadero sabio”.
‘El principito’, Antoine de Saint-Exupéry


La autoestima se define comúnmente como el sentimiento de aceptación y aprecio hacia uno mismo, que va unido al sentimiento de competencia y valía personal. Es la valoración que hacemos de nosotros mismos sobre la base de las sensaciones y experiencias que hemos ido incorporando a lo largo de la vida y de esto dependen en gran parte el desarrollo de nuestro potencial y nuestros logros.
Otra definición es la del psicoterapeuta Nathaniel Branden, que me gusta especialmente porque amplía la simple idea de “sentirse bien con uno mismo” y conecta con varias distinciones que trabajamos los coaches: “Autoestima es confiar en nuestra habilidad para pensar, confiar en nuestra habilidad para enfrentarnos a los desafíos básicos de la vida y confiar en nuestro derecho a tener éxito y ser feliz. Sentirse digno, merecedor, con derecho a expresar nuestras necesidades y deseos, alcanzar nuestros valores y disfrutar de los frutos del esfuerzo”. 
Las personas con baja autoestima se anticipan a resultados negativos, proponen objetivos no realistas, establecen relaciones competitivas, tienden a compararse con los demás todo el tiempo, acusan a los otros de lo que le pasa, no dicen lo que sienten, hacen que los demás se sientan culpables, su lenguaje y manera de actuar es pesimista.
Otro indicador de baja autoestima (aunque parezca lo contrario) es el egocentrismo: estas personas se compensan emocionalmente, mostrándose orgullosas y soberbias. Se escuchan poco, niegan sus propias necesidades, no piden ayuda, pero son los primeros en ofrecerla, y se ven legitimados para tener la verdad absoluta y dar consejos sin que se los pidan. Y por tanto proyectan esa imagen de arrogancia, de ser perfectos y todopoderosos.
Una vez que hemos observado algunos indicadores que apuntan a esta baja autoestima, ¿qué podemos hacer?, ¿cómo trabajamos con nuestros clientes de coaching?
Sabemos que actuamos en función de nuestros juicios y creencias, generando en el interior de nuestro ser una manera de actuar y de interpretar. Y también sabemos que para cambiar una creencia, debemos practicar.
Alguna de estas prácticas repetitivas para poder cambiar creencias :
1. Vivir conscientemente
2. Asumir la responsabilidad al 100%
3. La autoafirmación
4. Vivir con propósito
5. La integridad personal:
6. La Compasión hacia uno mismo
En detalle, éstas prácticas para desarrollar la autoestima consisten en:
1. La práctica de vivir conscientemente. Es respetar la realidad sin evadirse o negarla, estar presente en lo que hacemos mientras lo hacemos. También tomar consciencia de los logros o éxitos, “observar lo bueno” que tuvimos en el pasado para tener nuevos éxitos en el futuro. Aprender a mirar lo positivo implica también practicar un lenguaje acorde con este pensamiento. Todos tenemos algo bueno de lo cual podemos sentirnos orgullosos; debemos apreciarlo y ponerlo en nuestras conversaciones.
2. La práctica de asumir la responsabilidad al 100% . Reconocer que somos los autores y protagonistas de nuestras decisiones y nuestras acciones,  de realizar nuestros deseos,  de elegir de nuestras relaciones, de cómo tratamos a los demás y a nosotros mismos. En definitiva, de nuestra felicidad.
3La práctica de la autoafirmación. Respetar nuestros deseos y necesidades y buscar la manera de expresarlos. Tratarnos a nosotros mismos con dignidad en nuestras relaciones con los demás. Ser AUTÉNTICOS y defender nuestras convicciones, valores y sentimientos. Es comunicarnos asertivamente: aprender a decir No, no sé… ser coherente con lo que pensamos.
4. La práctica de vivir con propósito. Significa identificar nuestras metas y llevar a cabo las acciones que nos permitan alcanzarlas y mantenernos firmes hasta llegar a ellas.
Nuestras metas y propósitos son los que organizan y centran nuestras energías, y le dan significado y estructura a nuestra existencia: cuando no tengo propósitos, estoy a merced de mis propios impulsos o de las acciones incontrolables de los demás. Para vivir mi vida con propósitos conscientes tengo que hacerme responsable de mis propias metas, es decir, necesito un PLAN DE ACCIÓN y éste necesita de objetivos claros, disciplina, esfuerzo, orden, constancia y coraje para no desviarme del proyecto de vida o visión. Por último, este proyecto de vida implica sentirse una oferta, ¿en qué medida soy valioso para mí y para mi entorno?, e imaginar lo que quieres y no sólo lo que temes. 
5. La práctica de la integridad personal. Implica tener principios de conducta a los que mantenernos fieles, ser congruentes con lo que pensamos, decimos y actuamos; respetar nuestros compromisos y mantener nuestras promesas.
Cuando respondo a lo anterior, se produce en mi interior un resultado más importante que la aprobación de los demás. Es la aprobación de mí mismo y siento que soy una persona en quien se puede confiar (en mis capacidades y en mis opiniones). La autoestima no se centra en valores externos que cambian y pasan de moda. Necesitamos principios, lemas de vida que no cambien, universales, como la honestidad, libertad, congruencia, creatividad, gratitud, respeto…
6. La práctica de la Compasión hacia uno mismo:
  • Con COMPRENSIÓN: comprender a los demás y a mí mismo, sin juzgar.
  • Con ACEPTACIÓN: no “aprobar” ni “desaprobar” nuestros pensamientos, sentimientos y accionesAceptar que, con nuestras cualidades y defectos, somos, ante todo, personas importantes y valiosas.
  • Con PERDÓN: significa aceptar lo pasado como pasado, reafirmar el respeto a mí mismo en el presente y anticipar o diseñar un futuro mejor.
Sabemos que hemos trabajado bien la autoestima cuando escuchamos de nuestros clientes de coaching frases como “me siento bien conmigo mismo; siento que estoy al mando de mi vida; me siento más  flexible, creativo e ingenioso; ahora sí disfruto con los desafíos que la vida me presenta; me siento con poder y ahora sé cómo hacer para que sucedan cosas que yo quiero”.
En definitiva, la mejora de la autoestima es trabajar una de las ambiciones más profundas y poderosas de cualquier ser humano, la capacidad de amar y ser amado.

sábado, 12 de julio de 2014

El mecanismo de los celos


Los celos son el sentimiento involuntario y universal de temor ante la posibilidad de perder a la persona querida. Los celos son involuntarios pero se pueden controlar.

Hay dos tipos de celos, los leves y los graves. Solo los graves son los que se deben controlar ya que de no hacerlo acaban con la relación, mientras que los leves fortalecen la pareja y aumenta la complicidad entre ambos (es muy importante distinguirlos bien ya que las manifestaciones más intensas de los celos se han de tratar).

Para saber cómo controlar las manifestaciones de celos más graves hay que entender su origen. Las manifestaciones de celos aparecen en momentos puntuales debido a ciertos detonantes pero las personas que los sufren tienen predisposición innata a sentirlos.


Esta predisposición depende de:

  • Baja autoestima: Las personas con baja autoestima no son capaces de pensar que su pareja está enamorada de ellos. Piensan que no son lo suficientemente buenos como para gustar a sus parejas. Debido a esta inseguridad comienzan a ver mentiras y traiciones donde no las hay. Esto provoca que no sepan valorar cualquier gesto cariñoso de su pareja y que lo interpreten como si hubiera un motivo oculto (por ejemplo recibir un regalo y pensar que tu pareja se siente culpable porque tiene un amante). Los celos son justamente el miedo a la pérdida, por lo tanto cuanto menos te valores menos entenderás que tu pareja se enamore de ti.

  •  La sociedad y el momento histórico. En una sociedad machista los hombres por lo general están más predispuestos a sentir celos.

  •  Las experiencias anteriores del sujeto (por ejemplo si su padre era celoso o si su pareja anterior le fue infiel). Estas experiencias marcan a las personas y las hace estar más predispuestas a sentir celos. Estas experiencias afectan a tu carácter y a tu personalidad sobre todo si ocurrieron en tu infancia (padre o madre celosos).

  •  Presión grupal. En la sociedad se alimenta la idea de que debemos de buscar una relación perfecta. Si nos preocupa la imagen que proyectamos ante nuestros amigos estaremos más atentos a los gestos de nuestra pareja.

El detonante

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Es el momento puntual que provoca el ataque de celos, es la situación concreta que genera los celos. El detonante depende de la predisposición del sujeto a la hora de sentir celos. Si su predisposición es muy baja el detonante debe ser muy evidente para que la persona se sienta celosa. Sin embargo si el sujeto tiene una predisposición muyalta el detonante puede ser incluso la situación más insignificante.

También depende de la cultura y el momento histórico ya que unos mismos gestos pueden ser interpretados de una manera distinta en diferentes culturas.

Para que aparezcan los celos aparte de existir una predisposición, es necesario un detonante que los haga aparecer. El detonante dependerá del nivel de predisposición, cuanto mayor sea este nivel, más probabilidades habrá de que cualquier situación se convierta en un detonante.

Esta idea se ve mucho mejor a través de un ejemplo:

Te encuentras en tu sitio favorito dando un paseo con tu pareja, de repente os apetece compartir un helado y vas a comprarlo. Hay mucha gente haciendo cola y tardas más de lo previsto.

Vuelves con tu pareja y ahora hay dos posibilidades:

  • Tu pareja te recibe cariñosamente y os coméis el helado.

  • Tu pareja se enfada y te comienza a preguntar por qué has tardado tanto. A pesar de tus explicaciones no te cree y comienzan los celos.

Lo que cambia dentro de ambas posibilidades es la predisposición ante un mismo detonante (tardanza en volver con el helado). En el primer caso su predisposición a los celos es baja y reducida por lo que no aparecen los celos.

Pero en el segundo caso la predisposición de tu pareja es alta, por esta razón sí que aparecerán los celos.

Los efectos que producen los celos son:

  • Deterioro de la relación. No solo por el hecho de que la pareja del celoso se canse de la situación sino también porque el propio celoso no se siente feliz en la relación.

  • Aumenta la predisposición a tener celos en futuras relaciones. De forma que las futuras relaciones de ambos miembros de la pareja se verán resentidas. El nivel de este deterioro se explica por la predisposición formada a raíz de la relación que acaba de finalizar.

Autor: Daniel Cuervo.